Hombres de valor

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Hombres de valor

Hombres de valor, libros 1–5

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En esta recopilación de los cinco libros de la serie Hombres de valor, Francine Rivers, la reconocida autora de mayor venta del New York Times, resalta la vida de cinco hombres de la Biblia que apoyaron héroes de la fe y silenciosamente cambiaron la eternidad. Aarón, Caleb, Jonatán, Amós y Silas buscaron fielmente a Dios a la sombra de los líderes elegidos. Cada uno de ellos respondió al llamado de Dios a servir sin reconocimiento ni fama y lo dieron todo sabiendo que su recompensa no vendría hasta la próxima vida.

UNO

Aarón tenía la sensación de que había alguien parado cerca de él mientras desataba el molde y dejaba a un costado el ladrillo seco. Su piel le cosquilleaba por el miedo. Levantó la vista, pero no había nadie cerca. El capataz hebreo más cercano estaba supervisando la carga de ladrillos a una carreta para alguna agregación a una fase de las ciudades de almacenamiento del faraón. Se limpió el sudor que tenía sobre el labio superior y volvió a agacharse para seguir trabajando.

Por toda esa región, los niños, tostados por el sol y agotados por el trabajo, llevaban paja a las mujeres, quienes la sacudían como una manta sobre el foso de barro antes de pisotearla. Hombres empapados en sudor llenaban los baldes y se doblaban bajo el peso mientras volcaban el barro en los moldes para ladrillos. Desde el alba hasta el atardecer, el trabajo continuaba sin cesar, dejándoles solo unas pocas horas del crepúsculo para ocuparse de sus pequeños huertos y rebaños para tener con qué alimentarse.

¿Dónde estás, Dios? ¿Por qué no nos ayudas?

—¡Oye, tú! ¡Ponte a trabajar!

Agachando la cabeza, Aarón ocultó su odio y pasó al siguiente molde. Las rodillas le dolían por acuclillarse; la espalda, por levantar ladrillos, y el cuello, por agachar la cabeza. Apiló los ladrillos para que otros los cargaran. Los fosos y las planicies eran una colmena de obreros, y el aire era tan sofocante y pesado que apenas podía respirar por el hedor a miseria humana. A veces, la muerte le parecía preferible a esta existencia insoportable. ¿Qué esperanza tenía él o cualquiera de su pueblo? Dios los había abandonado. Aarón se secó el sudor de los párpados y sacó otro ladrillo seco de un molde.

Alguien le habló de nuevo. Fue menos que un susurro, pero le agitó la sangre y se le erizó el cabello de la nuca. Hizo una pausa y se inclinó hacia adelante para escuchar. Miró alrededor; nadie le prestaba atención.

Quizás le estaba afectando el calor. Debía ser eso. Cada año se le hacía más difícil, más insoportable. Tenía ochenta y tres años, una larga vida bendecida con nada más que desdicha.

Temblando, Aarón levantó la mano. Un niño se acercó rápidamente con un odre con agua. Aarón bebió profundamente, pero el fluido caliente no frenó el temblor interno, la impresión de que alguien lo observaba tan de cerca que podía sentir esa mirada llegándole hasta la médula de sus huesos. Era una sensación rara y aterradora por su intensidad. Se echó hacia adelante, de rodillas, anhelando ocultarse de la luz, ansiando descansar. Oyó que el capataz gritaba otra vez y supo que, si no volvía a trabajar, sentiría el ardor del látigo. Aun los hombres viejos como él tenían la obligación de cumplir una considerable cuota de ladrillos al día. Y, si no lo hacían, sufrían por eso. Su padre, Amram, había muerto con la cara contra el barro y el pie de un egipcio pisándole la nuca.

¿Dónde estabas Tú entonces, Señor? ¿Dónde estabas?

Odiaba a los capataces hebreos tanto como a los egipcios. Pero de todas maneras estaba agradecido: el odio hacía más fuerte al hombre. Cuanto más pronto completara su cuota, más pronto podría ir a cuidar de su rebaño de ovejas y cabras, y más pronto sus hijos podrían trabajar en la porción de la tierra de Gosén que producía el alimento para su mesa. Los egipcios tratan de matarnos, pero nosotros seguimos sin parar. Nos reproducimos. Pero ¿de qué nos sirve? Sufrimos cada día más.

Aarón soltó otro molde. Las gotas de transpiración chorrearon desde sus cejas hacia el barro endurecido, manchando el ladrillo. ¡El sudor y la sangre hebrea estaban derramados en todo lo que se edificaba en Egipto! Las estatuas de Ramsés, los palacios de Ramsés, los almacenes de Ramsés, la ciudad de Ramsés: todo estaba manchado. Al gobernante de Egipto le gustaba ponerle su nombre a todo. ¡La soberbia reinaba sobre el trono de Egipto! El faraón anterior había intentado ahogar a los niños varones hebreos en el Nilo y, ahora, ¡Ramsés trataba de reducirlos a polvo! Aarón levantó el ladrillo y lo apiló con la otra docena que había hecho.

¿Cuándo nos rescatarás, Señor? ¿Cuándo romperás el yugo de esclavitud que pesa sobre nuestras espaldas? ¿Acaso no fue nuestro antepasado José quien salvó del hambre a este país infame? ¡Y mira cómo nos tratan ahora! ¡El faraón nos usa como animales de carga para construir sus ciudades y sus palacios! Dios, ¿por qué nos abandonaste? ¿Cuánto falta, oh, Señor, cuánto más para que nos liberes de los que quieren matarnos a fuerza de trabajo?

Aarón.

La Voz vino de afuera y de adentro; esta vez, claramente, y silenció los pensamientos agitados de Aarón. Sintió tan intensamente la Presencia, que todo lo demás se esfumó y fue acallado y aquietado por manos invisibles. La Voz era inconfundible. Su propia sangre y sus propios huesos la reconocieron.

¡Ve al desierto para encontrarte con Moisés!

La Presencia ascendió. Todo volvió a ser como antes. Los sonidos volvieron a rodearlo: la succión del barro bajo los pies que lo aplastaban, los quejidos de los hombres al levantar los baldes, los gritos de las mujeres pidiendo más paja, el crujido de la arena cuando alguien se acercaba y, por supuesto, una imprecación, un grito dando órdenes y el siseo del látigo. Aarón gruñó de dolor cuando sintió el golpe sobre su espalda. Se encorvó hacia adelante y se cubrió la cabeza, temiendo menos al capataz que a Aquel que lo había llamado por su nombre. El látigo le rasgó la piel, pero la Palabra del Señor le desgarró profundamente el corazón.

—¡Levántate, viejo!

Si tenía suerte, moriría.

Sintió más dolor. Oyó voces y se dejó llevar por la oscuridad. Y recordó…

¿Cuántos años habían pasado desde que Aarón había pensado en su hermano? Dio por sentado que estaba muerto, que sus huesos secos habían quedado olvidados en alguna parte del desierto. El primer recuerdo de Aarón era la indignación de su madre, llorando angustiada mientras cubría con alquitrán y brea la canasta que había tejido.

—El​ faraón dijo que teníamos que entregar nuestros hijos al Nilo, Amram, así que lo haré. ¡Que el Señor lo cuide! ¡Que el Señor sea misericordioso!

Y Dios había sido misericordioso al permitir que la canasta se desviara hasta las manos de la hija del faraón. Miriam, de solo ocho años, la había seguido para ver qué sucedía con su hermanito y, luego, había tenido el valor suficiente para mencionarle a la egipcia que iba a necesitar una nodriza. Cuando Miriam recibió la orden de buscar una, corrió hacia su madre.

Aarón tenía solo tres años, pero todavía recordaba ese día. Su madre se soltó de sus manos que se aferraban con fuerza a ella.

—​Deja de aferrarte a mí. ¡Tengo que ir! —​Sujetándolo firmemente de las muñecas, lo apartó de ella—. Agárralo, Miriam.

Aarón dio un alarido cuando su madre salió por la puerta. Estaba abandonándolo.

—Cállate,​ Aarón. —Miriam​ lo abrazó con fuerza—. No servirá de nada que llores. Sabes que Moisés necesita a mamá más que tú. Eres un niño grande. Ya puedes ayudarme a cuidar el huerto y las ovejas…

Si bien su madre regresaba cada noche, su atención estaba claramente puesta en el bebé. Cada mañana obedecía la orden de la princesa de llevar al bebé al palacio y quedarse cerca en caso de que él necesitara algo.

Pasaron los días, y la hermana de Aarón era la única que estaba ahí para consolarlo.

—Yo​ también la extraño, ¿sabes? —Se​ limpió las lágrimas de las mejillas—. Moisés la necesita más que nosotros. Todavía no ha sido destetado.

—Yo​ quiero a mamá.

—Bueno,​ querer y tener son dos cosas distintas. Deja de lloriquear. —¿A dónde va mamá todos los días?

—Río arriba.

—¿Río arriba?

Ella señaló con el dedo.

—Al​ palacio, donde vive la hija del faraón.

Un día, Aarón se escapó mientras Miriam había salido para ocuparse de las pocas ovejas que tenían. Aunque le habían dicho que no lo hiciera, caminó bordeando el Nilo y siguió el rumbo del río alejándose de la aldea. En las aguas vivían cosas peligrosas. Criaturas malignas. Los juncos, altos y filosos, le hacían pequeños cortes en las manos y en las piernas cuando se abría paso a través de ellos. Escuchaba crujidos y rugidos bajos, plañidos agudos y aleteos frenéticos. Los cocodrilos vivían en el Nilo. Su madre se lo había dicho.

Escuchó que una mujer reía. Abriéndose paso entre los juncos, se acercó a rastras hasta que pudo ver a través del velo de cañas verdes el patio de piedra donde había una egipcia sentada con un bebé sobre su regazo. Lo hacía brincar sobre sus rodillas y le hablaba en voz baja. Le daba besos en el cuello y lo levantaba hacia el sol como una ofrenda. Cuando el bebé se echó a llorar, la mujer llamó en voz alta a «Jocabed». Aarón vio que su madre se levantaba de un lugar entre las sombras y bajaba las escaleras. Sonriente, tomó al bebé que, Aarón ahora sabía, era su hermano. Las dos mujeres hablaron brevemente y la egipcia se fue adentro.

Aarón se levantó para que su mamá pudiera verlo si desviaba su mirada hacia él. No lo hizo. Únicamente tenía ojos para el bebé que estaba en sus brazos. Mientras su madre amamantaba a Moisés, le cantaba. Aarón estaba solo, observándola acariciar con dulzura la cabeza de Moisés. Quería llamarla, pero tenía la garganta fuertemente cerrada y seca. Cuando mamá terminó de alimentar al bebé, se levantó y le dio la espalda al río. Sostuvo a Moisés contra su hombro. Y luego subió las escaleras y volvió a entrar en el palacio.

Aarón se sentó en el barro, escondido entre los juncos. Los mosquitos zumbaban a su alrededor. Las ranas croaban. Otros sonidos, más amenazantes, se propagaban desde la profundidad de las aguas. Si una serpiente o un cocodrilo lo atrapaban, a mamá no le importaría. Tenía a Moisés. Era el único a quien amaba ahora. Se había olvidado completamente de su hijo mayor.

Aarón sufría la soledad y su corazón de niño ardía de odio por el hermano que le había quitado a su madre. Si tan solo la canasta se hubiera hundido. Si tan solo se lo hubieran comido los cocodrilos como se habían comido a todos los otros bebés varones. Escuchó que algo se acercaba entre los juncos y trató de esconderse.

—¿Aarón? —​Miriam apareció—. ¡Estuve buscándote por todas partes!

¿Cómo lograste llegar aquí? —Cuando​ él levantó la cabeza, los ojos de ella se llenaron de lágrimas—. Ay, Aarón… —​Miró hacia el palacio con anhelo—. ¿Viste a mamá?

Él agachó la cabeza y sollozó. Los brazos delgados de su hermana lo rodearon y lo acercaron a ella.

—Yo​ también la extraño, Aarón —susurró,​ y se le quebró la voz. Él apoyó su cabeza contra el cuerpo de ella—. Pero tenemos que irnos para no causarle problemas.

Él tenía seis años cuando su madre volvió sola a casa una noche, llorando. Lo único que hacía era llorar y hablar de Moisés y la hija del faraón.

—Ella​ ama a tu hermano. Será una buena madre para él. Debo consolarme con eso y olvidarme de que es una pagana. Le dará educación. Él crecerá y, un día, será un gran hombre. —Plegó​ su chal y lo apretó contra su boca para sofocar los sollozos, mientras se mecía hacia adelante y hacia atrás—. Algún día volverá con nosotros. —Le​ gustaba decir eso.

Aarón deseaba que Moisés nunca volviera. Esperaba no volver a ver a su hermano nunca más. Lo odio, quería gritar. ¡Lo odio porque te alejó de mí!

—Mi​ hijo será nuestro salvador. —​De lo único que ella podía hablar era de su precioso Moisés, el libertador de Israel.

La semilla del rencor creció en Aarón hasta que no pudo soportar oír el nombre de su hermano.

—¿Por qué volviste? —dijo​ una tarde, sollozando furioso—. ¿Por qué no te quedaste con él, si tanto lo amas?

Miriam le dio un coscorrón.

—Cierra​ la boca, o mamá pensará que yo te malcrié mientras ella no estaba.

—¡A ella no le importamos ni tú ni yo! —le​ gritó a su hermana. Volvió a enfrentar a su madre—. Apuesto que ni siquiera lloraste cuando papá murió con la cara en el barro. ¿Lo hiciste? —Luego,​ al ver la expresión del rostro de su madre, salió corriendo. Corrió hasta los fosos de barro, donde su trabajo era esparcir la paja para que los obreros la aplastaran contra el lodo para fabricar ladrillos.

Por lo menos, después de eso, ella habló menos de Moisés. Casi no hablaba de nada.

Ahora, Aarón despertó de los recuerdos dolorosos. Podía percibir el calor a través de sus párpados y una sombra cayó sobre él. Alguien le llevó a la boca algunas gotas de preciada agua, mientras el pasado hacía eco a su alrededor. Todavía estaba confundido; el pasado y el presente se mezclaban.

—Aunque​ el río le perdone la vida, Jocabed, cualquiera que vea que está circuncidado sabrá que está condenado a morir.

—¡No voy a ahogar a mi propio hijo! ¡No levantaré la mano contra mi propio hijo, ni lo harás tú! —​Su madre lloraba mientras colocaba a su hermano dormido dentro de la canasta.

Sin duda, Dios se había burlado de los dioses egipcios ese día, pues el Nilo, la vida misma de Egipto, había llevado a su hermano a las manos y al corazón de la hija del faraón, el mismísimo hombre que había ordenado que todos los bebés varones hebreos fueran ahogados. Además, los otros dioses que acechaban a las orillas del Nilo en forma de cocodrilos e hipopótamos tampoco cumplieron el mandato del faraón. Pero a nadie le pareció divertido. Habían muerto muchísimos hasta ese día y seguían muriendo más todos los días. A veces Aarón pensaba que el único motivo por el cual el edicto quedó eliminado finalmente ¡fue para asegurar que el faraón tuviera suficientes esclavos para hacer sus ladrillos, para tallar sus piedras y construir sus ciudades!

¿Por qué fue su hermano el único que sobrevivió? ¿Sería Moisés el libertador de Israel?

Miriam controló la vida de Aarón, incluso después de que su madre volvió a casa. Su hermana fue tan protectora con él como una leona con su cachorro. Aun entonces, y a pesar de los acontecimientos extraordinarios relacionados con Moisés, las circunstancias de la vida de Aarón no cambiaron. Aprendió a cuidar ovejas. Llevaba la paja a los fosos de barro. A los seis años, paleaba barro para llenar los baldes.

Y, mientras Aarón vivía la vida de un esclavo, Moisés crecía en un palacio. Aarón era formado por el trabajo arduo y por el maltrato a manos de los capataces, al mismo tiempo que Moisés aprendía a leer y escribir y vivir como un egipcio. Aarón vestía harapos. Moisés siempre usaba ropas de lino fino. Aarón comía pan simple y cualquier cosa que su madre y su hermana pudieran cultivar en su pedacito de tierra dura y árida. Moisés se llenaba el vientre con comidas servidas por esclavos. Aarón trabajaba al rayo del sol, parado en lodo que le llegaba hasta las rodillas. Moisés se sentaba en frescos corredores de piedra y era tratado como un príncipe egipcio, pese a su sangre hebrea. Moisés llevaba una vida de comodidades, en lugar de esfuerzos; de libertad, en lugar de esclavitud; de abundancia, en lugar de carencias. Nacido como esclavo, Aarón sabía que moriría como esclavo.

A menos que Dios los liberara.

¿Es Moisés el elegido, Señor?

La envidia y el resentimiento habían atormentado a Aarón casi toda su vida. Pero ¿tenía la culpa Moisés de haber sido arrebatado de su familia y criado por unos extranjeros idólatras?

Aarón no vio a su hermano hasta años después, cuando Moisés se paró en la puerta de su casa. Su madre se levantó dando un grito y corrió a abrazarlo. Aarón no sabía qué pensar ni sentir; tampoco sabía qué esperar de un hermano que parecía un egipcio y que desconocía completamente el idioma hebreo. Aarón se sintió resentido, y luego confundido, por las ganas que tenía Moisés de aliarse con los esclavos. Moisés podía ir y venir como se le antojara. ¿Por qué había elegido venir y vivir en Gosén? Podría haber salido a manejar su carro de guerra, a cazar leones con otros jóvenes de la familia del faraón. ¿Qué pretendía lograr trabajando a la par de los esclavos?

—Tú​ me odias, ¿verdad, Aarón?

Aarón comprendía egipcio, aunque Moisés no comprendía el hebreo. La pregunta lo hizo detenerse.

—No,​ no es odio. —No​ sentía más que desconfianza—. ¿Qué haces aquí?

—Yo​ pertenezco a este lugar.

Aarón se enfureció por la respuesta de Moisés.

—¿Acaso arriesgamos la vida para que terminaras en un foso de barro?

—Si​ voy a liberar a mi pueblo, ¿no debería llegar a conocerlo?

—Ah, qué magnánimo.

—Ustedes​ necesitan un líder.

Jocabed defendió a Moisés de todo corazón.

—¿No les dije que mi hijo escogería a su propia gente y no a nuestros enemigos?

¿No sería más útil Moisés en el palacio, hablando en defensa de los hebreos? ¿Creía que se ganaría el respeto del faraón trabajando junto a los esclavos? Aarón no entendía a Moisés y, después de tantos años de desigualdad en su manera de vivir, no estaba seguro de que le gustara.

Pero ¿por qué debía hacerlo? ¿Qué se proponía Moisés, realmente? ¿Era un espía del faraón que venía a averiguar si estos israelitas desgraciados tenían planes de aliarse con los enemigos de Egipto? La idea podría habérseles ocurrido, pero sabían que no correrían mejor suerte en manos de los filisteos.

¿Dónde está Dios cuando lo necesitamos? ¡Distante, ciego y sordo a nuestro clamor de liberación!

Moisés podría haber caminado por espléndidos salones como el hijo adoptivo de la hija del faraón, pero había heredado la sangre y la irascibilidad de los levitas. Cuando vio a un egipcio golpeando a un esclavo levita, impuso su propia ley. Aarón y varios más contemplaron horrorizados cómo Moisés mató al egipcio. El resto huyó mientras Moisés enterraba el cuerpo en la arena.

—¡Alguien tiene que defenderlos! —​dijo Moisés, mientras Aarón lo ayudaba a ocultar la evidencia de su crimen—. Piénsalo, miles de esclavos levantándose contra sus amos. A eso le tienen miedo los egipcios, Aarón. Por eso es que los agobian y tratan de matarlos con trabajos forzados.

—¿Es esta la clase de líder que quieres ser? ¿Matarlos como nos matan ellos? —¿Era esa la manera de liberarlos? ¿Sería su libertador un guerrero que los llevaría a luchar? ¿Pondría una espada en sus manos? La furia acumulada durante los años de esclavitud llenó a Aarón. ¡Ah, qué fácil sería ceder a ella!

La noticia corrió como corre la arena fina con el viento del desierto y, finalmente, llegó a los oídos del faraón. Al día siguiente, mientras unos hebreos peleaban entre sí, Moisés trató de interceder y se vio atacado.

—¿Quién te nombró nuestro príncipe y juez? ¿Planeas matarme como mataste ayer al egipcio?

El pueblo no quería a Moisés como su libertador. Para ellos, él era un enigma, no era confiable.

La hija del faraón no pudo salvar a Moisés esta vez. ¿Cuánto podía sobrevivir un hombre, odiado y perseguido por el faraón, y envidiado y despreciado por sus hermanos?

Moisés desapareció en el desierto y nunca más se supo de él.

Ni siquiera tuvo tiempo para despedirse de su madre, quien creía que él había nacido para liberar a Israel de su esclavitud. Y Moisés se llevó al desierto las esperanzas y los sueños de su madre, que murió menos de un año después. El destino de la madre egipcia de Moisés se desconocía, pero el faraón siguió viviendo durante mucho tiempo, edificando ciudades de almacenaje, monumentos y, lo más espléndido de todo: su tumba. Apenas la habían terminado cuando el sarcófago que contenía el cuerpo embalsamado del faraón fue llevado al Valle de los Reyes, seguido por un séquito de miles, que transportaban ídolos de oro, objetos personales y provisiones para que la vida en el más allá fuera aún más grandiosa que la que había vivido en este mundo.

Ahora, Ramsés usaba la corona de la serpiente y los amenazaba con la espada. Cruel y arrogante, prefería clavarles el talón en la espalda.

Aarón tenía ochenta y tres años; era un hombre flaco como un junco. Sabía que pronto moriría; sus hijos después de él y los hijos de ellos de las generaciones siguientes.

A menos que Dios los liberara.

Señor, Señor, ¿por qué has abandonado a Tu pueblo?

Aarón oraba desesperado y angustiado. Clamar a Dios pidiendo ayuda era la única libertad que le quedaba. ¿No había hecho Dios un pacto con Abraham, Isaac y Jacob? ¡Señor, Señor, escucha mi oración! ¡Ayúdanos! Si Dios existía, ¿dónde estaba? ¿Veía las líneas ensangrentadas en sus espaldas, la expresión agotada y rendida que tenían en sus rostros? ¿Escuchaba los gritos de los hijos de Abraham? El padre y la madre de Aarón se habían aferrado a su fe en el Dios invisible. ¿Dónde más podremos encontrar esperanza, Señor? ¿Cuánto falta, oh Dios, cuánto tiempo falta para que nos rescates? Ayúdanos. Dios, ¿por qué no nos ayudas?

Hacía mucho tiempo que el padre y la madre de Aarón habían sido sepultados bajo la arena. Aarón había obedecido los últimos deseos de su madre y se había casado con Eliseba, una mujer de la tribu de Judá. Eliseba le había dado cuatro hijos bellos antes de morir. Había días en que Aarón envidiaba a los muertos. Al menos, ellos descansaban. Al menos, sus oraciones incesantes por fin habían terminado, y el silencio de Dios ya no los lastimaba.

Alguien levantó su cabeza y le dio agua.

—¿Padre?

Aarón abrió los ojos y vio a su hijo Eleazar encima de él.

—Dios​ me habló. —Su​ voz era apenas un susurro.

Eleazar se agachó.

—No​ pude oírte, padre. ¿Qué dijiste?

Aarón lloró, sin poder decir más.

Finalmente, Dios había hablado y Aarón sabía que su vida nunca volvería a ser igual.

***

Aarón reunió a sus cuatro hijos, Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar, y a su hermana, Miriam, y les dijo que Dios le había ordenado ir a encontrarse con Moisés en el desierto.

—Nuestro​ tío está muerto —dijo​ Nadab—. Fue el sol el que te habló.

—Padre,​ han pasado cuarenta años sin saber una palabra de él.

Aarón levantó la mano.

—Moisés está vivo.

—¿Cómo sabes que fue Dios quien te habló, padre? —​Abiú se inclinó hacia

adelante—. Estuviste afuera bajo el sol todo el día. No sería la primera vez que te afecta el calor.

—¿Estás seguro, Aarón? —Miriam​ se llevó las manos a las mejillas—. Hemos esperado tanto.

—Sí,​ estoy seguro. Nadie puede imaginar una voz como esa. No puedo explicarla ni tengo tiempo para intentarlo. ¡Todos tienen que creerme!

Hablaron todos a la vez.

—Hay​ filisteos al otro lado de las fronteras de Egipto.

—No​ podrás sobrevivir en el desierto, padre.

—¿Qué les diremos a los otros ancianos cuando pregunten por ti? Nos preguntarán por qué no impedimos que nuestro padre hiciera semejante tontería.

—No​ llegarás a la ruta comercial antes de que te detengan.

—Y,​ si lo haces, ¿cómo sobrevivirás?

—¿Quién te acompañará?

—¡Padre, tienes ochenta y tres años!

Eleazar posó su mano sobre el brazo de Aarón.

—Yo​ iré contigo, padre.

Miriam protestó:

—¡Basta! Dejen hablar a su padre.

—Nadie​ vendrá conmigo. Iré solo y Dios proveerá.

—¿Cómo encontrarás a Moisés? El desierto es un lugar inmenso. ¿De dónde sacarás agua?

—Y​ comida. No puedes cargar lo suficiente para ese tipo de viaje.

Miriam se levantó.

—¿Están tratando de convencer a su padre de que no haga lo que Dios le indicó?

—Siéntate,​ Miriam. —Su​ hermana solo se sumaba a la confusión y Aarón podía hablar por sí mismo—. Dios me llamó a este viaje; seguramente, Dios me mostrará el camino. —¿Acaso no había orado durante años? Quizás Moisés sabía algo. Quizás, finalmente, Dios iba a ayudar a su pueblo—. Tengo que confiar en que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob me guiará. —Hablaba​ con más confianza de la que sentía, porque las preguntas que le hacían lo preocupaban. ¿Por qué tenían que desconfiar de su palabra? Él debía hacer lo que Dios había dicho e irse. Rápido, antes de que le fallara el valor.

***

Cargado con un odre con agua, siete hogazas pequeñas de pan de cebada sin levadura y su vara, Aarón partió antes de la salida del sol. Caminó todo el día. Vio egipcios, pero no le prestaron atención. Tampoco él permitió que sus pasos flaquearan al verlos. Dios le había dado propósito y esperanza. El cansancio y la desolación ya no lo oprimían. Mientras caminaba, se sentía renovado. Dios existe. Dios habló. Dios le había dicho adónde ir y a quién tenía que encontrar: ¡Moisés!

¿Cómo sería su hermano? ¿Había pasado esos cuarenta años en el desierto? ¿Tenía una familia? ¿Sabía Moisés que Aarón estaba por venir? ¿Le había hablado Dios a él también? Si no era así, ¿qué debía decirle a Moisés cuando lo encontrara? Seguramente Dios no lo enviaría tan lejos sin un propósito al final. Pero ¿qué propósito?

Sus preguntas lo hicieron pensar en otras cosas. Caminó más lento, preocupado. Había sido fácil marcharse. Nadie lo había detenido. Tomó su vara, se echó al hombro un odre con agua y un morral con pan y se dirigió al desierto. Tal vez debía haberse llevado consigo a Miriam y a sus hijos.

No. No. Debía hacer exactamente lo que Dios le había dicho.

Aarón caminaba todo el día, día tras día y, durante la noche, dormía al aire libre, con los ojos fijos en las estrellas sobre su cabeza, solo y rodeado por el silencio. Nunca había estado tan solo ni había experimentado tanta soledad. Sediento, chupaba una piedrita plana para evitar que se le secara la boca. Cuánto deseaba poder levantar la mano y que un muchachito corriera hacia él con un poco de agua. El pan casi se le había terminado. Su estómago rugía, pero tenía miedo de comer antes de que llegara la noche. No sabía hasta dónde tendría que ir; tampoco sabía si la provisión de pan le alcanzaría. No sabía qué comer en el desierto. No tenía la habilidad para cazar y matar animales. Estaba cansado y hambriento y empezaba a preguntarse si realmente había escuchado la voz de Dios, o solo lo había imaginado. ¿Cuántos días más? ¿Cuánto más tendría que caminar? El sol caía implacable, y lo hizo buscar refugio en la grieta de las piedras, abatido y exhausto. No podía recordar el sonido de la voz de Dios.

¿Todo había estado en su imaginación, producto de años de miseria y de la esperanza agonizante de que el Salvador vendría y lo liberaría de la esclavitud? Quizás sus hijos tenían razón y el calor del día lo había afectado. Ciertamente, lo estaba sufriendo ahora.

No. Había escuchado la voz de Dios. Muchas veces en la vida había estado al borde del agotamiento y afectado por el calor, pero nunca había oído una voz como esa:

Ve al desierto para encontrarte con Moisés. Ve. Ve.

Partió nuevamente y caminó hasta el anochecer, cuando encontró un lugar para descansar. El calor inexorable dio paso a un frío que le roía los huesos y lo hacía tiritar. Cuando se durmió, soñó con sus hijos, sentados con él a la mesa, riendo y disfrutando unos de otros, mientras Miriam les servía pan y carne, dátiles secos y vino. Se despertó desesperado. Al menos en Egipto sabía qué esperar: todos los días eran iguales con los capataces que estaban para controlarle la vida. Muchas veces había tenido sed y hambre, pero no como ahora, sin alivio ni compañía que lo animara.

Dios, ¿me trajiste al desierto para matarme? No hay agua, solo un mar interminable de rocas.

Aarón perdió la cuenta de los días, pero se llenaba de esperanza al ver que siempre parecía haber agua y comida suficientes para que siguiera caminando. Se dirigió hacia el norte y luego al este, a Madián, sostenido por oasis poco frecuentes y apoyándose en su vara cada día un poco más. No sabía cuán lejos había llegado ni cuánto más tenía que seguir. Solo sabía que ahora prefería morir en el desierto a tener que regresar. La esperanza que le quedaba estaba puesta en encontrar a su hermano. Anhelaba ver a Moisés tanto como había ansiado beber un largo trago de agua y un trozo de pan.

Cuando solo le quedaban unas gotas de agua y ya no tenía pan, llegó a una extensa planicie que antecedía a una montaña escarpada. ¿Era aquello un burro y un pequeño refugio? Aarón se limpió el sudor de los ojos y los entrecerró. Había un hombre sentado en la puerta. Se puso de pie, vara en mano, y salió al aire libre con la cabeza orientada hacia Aarón. La esperanza hizo que Aarón se olvidara del hambre y de la sed.

—¡Moisés! —¡Ay, Señor, Señor, que sea mi hermano!— ¡Moisés!

El hombre vino corriendo hacia él, con los brazos abiertos.

—¡Aarón!

Fue como escuchar la voz de Dios. Riendo, Aarón bajó la ladera empinada con las fuerzas renovadas como las de un águila. Casi corría cuando llegó hasta su hermano. Se abrazaron fuertemente.

—¡Dios me envió, Moisés! —​Entre risas y sollozos, besó a su hermano—. ¡Dios me envió a ti!

—¡Aarón, hermano mío! —Moisés​ lo sostuvo con fuerza, llorando—. Dios me dijo que vendrías.

—​Cuarenta años, Moisés. ¡Cuarenta años! Todos pensábamos que habías muerto.

—Te​ alegraste de verme partir.

—Perdóname​. Me alegro de verte ahora. —Aarón​ se quedó parado mirando a su hermano menor.

Moisés había cambiado. Ya no estaba vestido como un egipcio, sino que usaba la larga túnica oscura y el manto de los nómadas. Con el rostro moreno y arrugado por la edad, y la barba oscura con mechones blancos, parecía un extranjero, y más humilde por los años de vida en el desierto.

Aarón nunca se había alegrado tanto de ver a alguien.

—Ah,​ Moisés, eres mi hermano. Me alegro de verte vivo y bien. —Aarón​ lloró por los años perdidos.

Los ojos de Moisés se humedecieron y se enternecieron.

—​El Señor Dios dijo que vendrías. Entra. —Tomó​ el brazo de Aarón—. Tienes que descansar, comer y beber algo. Debes conocer a mis hijos.

La esposa morena y extranjera de Moisés, Séfora, les trajo comida. Gersón, uno de los hijos de Moisés, se sentó con ellos, mientras que Eliezer, pálido y sudoroso, yacía en un petate en la parte de atrás de la carpa.

—Tu​ hijo está enfermo.

—Séfora​ lo circuncidó hace dos días.

Aarón hizo un gesto de dolor. Eliezer significaba «Dios es mi ayuda». Pero ¿en qué Dios tenía puesta su esperanza Moisés? Séfora se sentó al lado de su hijo, con los ojos oscuros desconsolados mientras le daba unos toquecitos a la frente de su hijo con un paño húmedo. Aarón preguntó por qué no lo había hecho Moisés personalmente cuando su hijo tenía ocho días de vida, como lo habían hecho los hebreos desde los días de Abraham.

Moisés agachó la cabeza.

—Es​ más fácil recordar las costumbres de tu pueblo cuando vives entre ellos, Aarón. Cuando circuncidé a Gersón, me enteré de que los madianitas consideran que este ritual es repugnante, y Jetro, el padre de Séfora, es un sacerdote de Madián. —Miró​ a Aarón—. Por respeto a él, no circuncidé a Eliezer. Cuando Dios me habló, Jetro me dio su bendición y dejamos el campamento de Madián. Yo sabía que mi hijo debía ser circuncidado. Séfora discutió fuertemente conmigo para que no lo hiciera, y lo pospuse porque no quería imponerle mis costumbres. No pensé que fuera una rebeldía de mi parte, hasta que el Señor mismo intentó quitarme la vida. Le dije a Séfora que, a menos que mis dos hijos llevaran la marca del pacto en su propio cuerpo, yo moriría y Dios apartaría a Eliezer de Su pueblo. Solo entonces, ella misma le quitó el prepucio a nuestro hijo con un pedernal.

Afligido, Moisés miró al niño con fiebre.

—Mi​ hijo ni siquiera recordaría cómo llegó a tener esa marca en su carne si yo hubiera obedecido al Señor, en lugar de ceder ante los demás. Ahora está sufriendo por mi desobediencia.

—Pronto sanará, Moisés.

—​Sí, pero yo recordaré el costo para otros que tuvo mi desobediencia. —Moisés​ miró hacia afuera por la puerta, al monte, y luego miró a Aarón—. Tengo muchas cosas que contarte, cuando no estés demasiado cansado para escuchar.

—Mis​ fuerzas volvieron en el momento que te vi.

Moisés tomó su vara y se levantó; Aarón lo siguió. Cuando estaban afuera, Moisés se detuvo.

—El​ Dios de Abraham, Isaac y Jacob se me apareció en un arbusto ardiente en ese monte —dijo​ Moisés—. Él ha visto el sufrimiento de Israel y va a liberarlos del poder de los egipcios para llevarlos a una tierra donde fluyen la leche y la miel. Me está enviando a hablarle al faraón para que yo pueda sacar a Su pueblo de Egipto con el fin de que lo adoren en esta montaña. —Moisés​ sujetó su vara y apoyó la frente sobre sus manos, mientras repetía todas las palabras que el Señor le había dicho en el monte. Aarón sentía en su alma la verdad de esas palabras, absorbiéndolas como si fueran agua. ¡El Señor está enviando a Moisés para que nos libere!

—​Le supliqué al Señor que mandara a otro, Aarón. Dije: “¿Quién soy yo para ir ante el faraón? Le dije que mi propio pueblo no me creería”. Le dije que nunca había sido elocuente, que soy lento para hablar. —​Exhaló despacio y miró de frente a Aarón—. Y el Señor, cuyo nombre es Yo Soy el que Soy, dijo que tú serás mi vocero.

Aarón sintió súbitamente un ataque de miedo, pero se sosegó en respuesta a toda una vida de oración. El Señor había oído el clamor de su pueblo. La liberación estaba cerca. El Señor había visto su desgracia y estaba a punto de ponerle fin. Aarón estaba demasiado embargado por la emoción para hablar.

—¿Entiendes lo que te digo, Aarón? Tengo miedo del faraón. Tengo miedo de mi propio pueblo. Por eso, el Señor te ha enviado para que me apoyes y seas mi vocero.

Una pregunta sobreentendida flotó entre ambos. ¿Estaba dispuesto a apoyar a Moisés?

—Soy​ tu hermano mayor. ¿Quién puede hablar por ti mejor que yo?

—¿No tienes miedo, hermano?

—¿Qué importa la vida de un esclavo en Egipto, Moisés? ¿Qué ha importado mi vida? Sí, tengo miedo. Toda mi vida he tenido miedo. He doblado la espalda ante los capataces y he sentido el látigo cuando osaba levantar la vista. Hablo con suficiente atrevimiento en la intimidad de mi propio hogar y con nuestros parientes, pero no sirve de nada. No cambia nada. Mis palabras no son más que viento, y pensaba que mis oraciones también lo eran. Ahora entiendo. Esta vez será diferente. ¡No serán las palabras de un esclavo las que se escucharán de mi boca, sino la Palabra del Señor, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob!

—Si​ no nos creen, el Señor me ha dado señales para mostrarles. —Moisés​ le contó cómo su vara se había convertido en una serpiente y su mano se había puesto leprosa—. Y si eso no basta, cuando derrame agua del Nilo, se convertirá en sangre.

Aarón no le pidió una demostración.

—Creerán,​ así como te creo yo.

—Me​ crees porque eres mi hermano y porque Dios te envió a mí. Me crees porque Dios ha cambiado tu actitud para conmigo. No siempre me miraste como ahora, Aarón.

—Sí,​ porque creía que eras libre cuando yo no lo era.

—​Jamás me sentí cómodo en el palacio del faraón. Quería estar entre mi propia gente.

—Y​ nosotros te despreciamos y te rechazamos. —​Quizás, por haber vivido entre dos pueblos distintos y por no ser aceptado por ninguno, Moisés se había vuelto tan humilde. Pero él debía hacer lo que Dios le había ordenado, o los hebreos seguirían como antes, trabajando duro en los fosos de barro y muriendo con la cara en el barro—. Dios te ha elegido para que nos liberes, Moisés. Y eso harás. Cualquier cosa que Dios te diga, yo la diré. Si tengo que gritar, haré que la gente escuche.

Moisés levantó la vista hacia el monte de Dios.

—Partiremos​ hacia Egipto por la mañana. Nos reuniremos con los ancianos de Israel y les comunicaremos lo que ha dicho el Señor. Luego nos presentaremos ante el faraón y le diremos que deje salir al pueblo de Dios al desierto para que haga sacrificios al Señor nuestro Dios. —Cerró​ los ojos como si tuviera algún dolor.

—¿Qué pasa, Moisés? ¿Cuál es el problema?

—El​ Señor endurecerá el corazón del faraón y golpeará a Egipto con señales y prodigios para que, cuando nos vayamos, no lo hagamos con las manos vacías, sino con muchos regalos de plata, oro y ropa.

Aarón rio con amargura.

—¡Y así, Dios saqueará a Egipto como Egipto nos saqueó a nosotros! Nunca pensé que vería prevalecer la justicia durante mi vida. ¡Me alegraré ante el espectáculo!

—No​ ansíes ver su destrucción, Aarón. Son personas como nosotros.

—No como nosotros.

—El​ faraón no se rendirá hasta que haya muerto su propio primogénito. Solo entonces nos dejará ir.

Aarón había tenido que doblegarse durante tanto tiempo ante los capataces egipcios, y había sentido el látigo tantas veces, que no sentía lástima por ningún egipcio, pero veía que Moisés sí.

Partieron con la luz del alba; Séfora se encargó del burro que llevaba las provisiones y arrastraba una camilla. Eliezer había mejorado, pero no lo suficiente para caminar con su madre y su hermano. Aarón y Moisés caminaban adelante, cada uno llevando en la mano su vara de pastor.

***

Dirigiéndose al norte, tomaron la ruta comercial que comunicaba a Egipto y al sur de Canaán, pasando por Shur. Era más directo que viajar al sur, al oeste y recién entonces al norte, atravesando el desierto. Aarón quería escuchar todo lo que el Señor le había dicho a Moisés.

—Cuéntame​ todo de nuevo, desde el principio. —¡Cómo le habría gustado estar con Moisés y haber visto el arbusto ardiente él mismo! Conocía lo que era escuchar el sonido de la voz de Dios, pero estar en Su presencia superaba su imaginación.

Cuando llegaron a Egipto, Aarón llevó a Moisés, Séfora, Gersón y Eliezer a su casa. Moisés quedó abrumado por la emoción cuando Miriam lo abrazó fuertemente y los hijos de Aarón lo rodearon. Aarón casi sintió pena por Moisés al ver que todavía le costaba hablar en hebreo, así que habló por él.

—Dios​ ha llamado a Moisés para que libere a nuestro pueblo de la esclavitud. El Señor mismo realizará grandes señales y prodigios para que el faraón nos deje ir.

—​Nuestra madre oraba pidiendo que tú fueras el prometido de Dios. —Miriam​ volvió a abrazar a Moisés—. Estaba convencida de que, cuando la hija del faraón te salvó, Dios estaba protegiéndote para un gran propósito.

Séfora se sentó con sus hijos en un rincón de la habitación, observando con ojos oscuros y preocupada.

Los hijos de Aarón fueron de un lado a otro por Gosén, la región de Egipto que siglos atrás les habían entregado a los hebreos y donde ahora vivían cautivos. Los hombres transmitieron a los ancianos de Israel que Dios les había mandado un libertador y que debían reunirse para escuchar el mensaje que él tenía de parte de Dios.

Mientras tanto, Aarón hablaba y oraba con su hermano. Veía que Moisés luchaba contra su miedo al faraón, al pueblo y al llamado que Dios le había hecho. Moisés tenía poco apetito. Y parecía más cansado cuando se levantaba en la mañana que cuando se retiraba a dormir la noche anterior. Aarón hacía todo lo posible para animarlo. Seguramente ese era el motivo por el cual Dios lo había enviado a buscar a Moisés. Él amaba a su hermano. Se sentía fortalecido por su presencia y estaba deseoso de servir.

—Dime​ las palabras que Dios te diga, Moisés, y yo las transmitiré. No estarás solo ante el faraón. Iremos juntos. Y, sin duda alguna, el Señor mismo estará con nosotros.

—¿Cómo haces para no tener miedo?

¿Que no tenía miedo? Menos, quizás. Moisés no había crecido sufriendo la opresión física. No había vivido ansiando la promesa de la intervención de Dios. Tampoco había estado rodeado de compañeros esclavos ni de familiares que dependían unos de otros solo para sobrevivir cada día. ¿Conoció Moisés alguna vez el amor, aparte del que recibió del pecho de su madre aquellos primeros años de vida? ¿Se habría arrepentido la hija del faraón de haberlo adoptado? ¿En qué posición la había colocado cuando Moisés se rebeló contra el faraón, y qué repercusiones había causado a Moisés?

A Aarón se le ocurrió que nunca había pensado en esas cosas por estar demasiado inmerso en sus propios sentimientos, en sus rencores mezquinos y en sus celos infantiles. A diferencia de Moisés, él no había crecido como hijo adoptivo de la hija del faraón, rodeado de personas que lo despreciaban. ¿Habría Moisés aprendido a mantenerse oculto y callado para sobrevivir? Aarón no había quedado atrapado entre dos mundos sin ser aceptado en ninguno. No había procurado adaptarse a su pueblo, solo para descubrir que ellos también lo odiaban. Tampoco había tenido que huir de los egipcios y de los hebreos por igual, ni buscar refugio entre extranjeros para seguir con vida. Tampoco había tenido que pasar años en el desierto, solo, cuidando ovejas.

¿Por qué nunca había pensado en todo esto? ¿Recién ahora su mente y su corazón estaban abiertos a imaginar cómo había sido la vida de Moisés? Aarón se llenó de compasión por su hermano. Ahora ansiaba ayudarlo, alentarlo a la tarea que Dios le había encomendado. Pues el Señor mismo había dicho que Moisés iba a ser el libertador de Israel, y Aarón sabía que Dios lo había enviado para apoyar a su hermano y hacer cualquier cosa que Moisés no pudiera hacer.

¡Señor, has escuchado nuestras plegarias!

—Ah,​ Moisés, me he pasado la vida con miedo, rebajándome ante los capataces y los amos y, a pesar de todo, recibía latigazos cuando no trabajaba lo suficiente para ellos. Ahora, por primera vez en mi vida, tengo esperanza. —Sus​ ojos se llenaron de lágrimas—. La esperanza expulsa el temor, hermano. Tenemos la promesa de Dios de que ¡el día de la salvación está por llegar! El pueblo se regocijará cuando se entere y el faraón se encogerá de miedo ante el Señor.

Los ojos de Moisés se llenaron de aflicción.

—Él no escuchará.

—¿Cómo podrá no escuchar cuando vea las señales y prodigios?

—Yo​ crecí con Ramsés. Es arrogante y cruel. Y ahora que ocupa el trono, cree que es dios. No hará caso, Aarón, y muchos sufrirán por su culpa. Nuestro pueblo sufrirá, al igual que el suyo.

—El​ faraón verá la verdad, Moisés. El faraón reconocerá que el Señor es Dios. Y esa verdad nos hará libres.

Moisés lloró.

***

Israel se reunió y Aarón dijo todas las palabras que el Señor le había dado a Moisés. La multitud estaba escéptica; algunos lo decían francamente y otros se burlaban:

—Este​ es tu hermano, el que asesinó al egipcio y huyó, ¿y es él quien va a liberarnos de Egipto? ¿Te volviste loco? ¡Dios no usará a un hombre como él!

—¿Qué hace de vuelta por aquí? ¡Es más egipcio que hebreo!

—¡Ahora es madianita!

Algunos se rieron.

Aarón sintió que le hervía la sangre.

—Muéstrales,​ Moisés. ¡Dales una señal!

Moisés arrojó su vara al suelo y esta se convirtió en una enorme cobra. El pueblo gritó y se dispersó. Moisés se agachó y agarró la serpiente por la cola, y volvió a convertirse en su vara. El pueblo lo rodeó.

—¡Hay más señales! Muéstrales, Moisés. —​Moisés metió su mano dentro de su manto y la sacó leprosa. La gente lanzó un grito ahogado y retrocedió. Cuando él metió la mano en su manto y la sacó limpia como la de un recién nacido, dieron un grito de júbilo.

No hubo necesidad de que Moisés tocara el Nilo con su vara y lo convirtiera en sangre, porque el pueblo ya lanzaba gritos de gozo.

—¡Moisés! ¡Moisés!

Aarón levantó los brazos, sosteniendo su vara con la mano, y gritó:

—¡Alabado sea Dios, quien ha escuchado nuestras plegarias pidiendo que nos rescatara! ¡Toda la alabanza sea para el Dios de Abraham, Isaac y Jacob!

El pueblo clamó con él y cayeron de rodillas, inclinándose hasta el suelo y adorando al Señor.

Pero, cuando se lo pidieron, los ancianos de Israel no quisieron presentarse ante el faraón. Dejaron que Aarón y Moisés fueran solos.

***

Con cada paso que caminaba dentro de Tebas, la ciudad del faraón, Aarón se sentía más pequeño y más débil. Nunca había tenido motivos para estar aquí, en medio del ajetreo de los mercados y las atestadas calles, que se levantaban a la sombra de los inmensos edificios de piedra que albergaban al faraón, a sus consejeros y a los dioses de Egipto. Su vida había transcurrido en Gosén, sometido a los capataces y trabajando arduamente para ganarse la vida con sus cultivos y un pequeño rebaño de ovejas y cabras. ¿Quién era él para pensar que podía presentarse ante el poderoso faraón y hablar por Moisés? Todos decían que, aun siendo un niño pequeño, Ramsés había mostrado la arrogancia y la crueldad de sus predecesores. ¡Nadie se atrevería a desbaratar al dios reinante de todo Egipto! Especialmente ¡un anciano de ochenta y tres años como él, y su hermano menor de ochenta!

Yo te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel.

Señor, dame valor, oró Aarón en silencio. Dijiste que debo ser el vocero de Moisés, pero lo único que veo son los enemigos que me rodean, riqueza y poder dondequiera que miro. Ah, Dios, Moisés y yo venimos a la corte de un rey como dos viejos saltamontes. El faraón tiene el poder de aplastarnos con su pie. ¿Cómo puedo darle ánimo a Moisés, cuando el mío me falla?

Podía oler el sudor rancio de Moisés. Era el olor del terror. Su hermano apenas había dormido por miedo a enfrentar a su propio pueblo. Ahora estaba dentro de la ciudad, con sus miles de habitantes, sus enormes edificios y las espléndidas estatuas del faraón y de los dioses de Egipto. ¡Había venido a hablarle al faraón!

—¿Sabes adónde vamos?

—Ya​ casi llegamos. —Moisés​ no dijo nada más.

Aarón quería darle ánimo, pero ¿cómo lo haría, cuando él estaba luchando contra un temor que amenazaba aplastarlo? Ay, Dios, ¿seré capaz de hablar cuando mi hermano, que sabe mucho más que yo, tiemble como un junco quebrado a mi lado? No dejes que ningún hombre lo aplaste, Señor. Cualquier cosa que venga, por favor, dame el aliento para hablar y las fuerzas para mantenerme firme.

Sintió el olor a humo cargado de incienso y recordó que Moisés le había hablado del fuego que ardía sin consumir el arbusto y la Voz que le había hablado desde el fuego. Aarón recordó la Voz. Ahora, al pensar en ella, su miedo aminoró. ¿No se había convertido la vara de Moisés en una serpiente ante sus ojos y su mano se había marchitado por la lepra, solo para ser sanada de nuevo? ¡Así era el poder de Dios! Pensó en los gritos del pueblo, gritos de gratitud y júbilo porque el Señor había visto su aflicción y había enviado a Moisés para que los liberara de la esclavitud.

Sin embargo…

Aarón alzó los ojos hacia los edificios enormes, con sus columnas inmensas, y se maravilló del poderío de quienes los habían diseñado y construido.

Moisés se detuvo ante una enorme puerta de piedra. A cada lado había bestias labradas, que medían veinte veces el tamaño de Aarón, haciendo guardia.

Oh, Señor, no soy más que un hombre. Yo creo. ¡De verdad! ¡Líbrame de mis dudas!

Aarón trataba de no quedarse mirando a su alrededor mientras caminaba junto a Moisés hacia la entrada del gran edificio donde el faraón daba audiencia. Le habló a uno de los guardias y los llevaron adentro. El murmullo de muchas voces creció como el zumbido de abejas entre las gigantescas columnas. Las paredes y los techos resplandecían con coloridas escenas de los dioses de Egipto. Los hombres los miraron fijamente a él y a Moisés, frunciendo el ceño con desagrado y replegándose, murmurando.

La palma de la mano de Aarón sudaba mientras aferraba con fuerza su vara. Sentía que llamaba la atención con el manto largo, la faja tejida y el chal de lana que cubría su cabeza polvorienta por el viaje. Él y su hermano se veían extraños entre estos otros hombres, vestidos con túnicas cortas y entalladas y pelucas sofisticadas. Algunos usaban túnicas largas, mantos ornamentados y amuletos de oro. ¡Cuánta riqueza! ¡Cuánta belleza! Aarón nunca había imaginado algo así.

Cuando Aarón vio al faraón sentado en el trono flanqueado por dos estatuas enormes de Osiris e Isis, solo pudo quedarse contemplando el esplendor del hombre. Todo en él proclamaba su poder y su riqueza. El faraón echó un vistazo despectivo a Aarón y a Moisés y le dijo algo a su guardia. El guardia se irguió y habló:

—¿Por qué se presentan ante el poderoso faraón?

Moisés bajó la vista, temblando, y no dijo nada.

Aarón oyó que alguien susurraba: «¿Qué hacen aquí estos apestosos esclavos hebreos?».

Aarón se sofocó al sentir su desprecio. Se descubrió la cabeza y dio un paso adelante.

—Esto​ dice el Señor, Dios de Israel: “Deja salir a mi pueblo para que celebre un festival en mi honor en el desierto”.

El faraón se rio.

—¿Ah sí? —​Otros se le sumaron—. Miren a estos dos viejos esclavos parados ante mí, exigiendo que libere a su pueblo. —​Los funcionarios se rieron. El faraón hizo un gesto con la mano como si estuviera haciendo a un lado una molestia menor—. ¿Y quién es ese Señor para que yo deba escucharlo y dejar que Israel se vaya? ¿Dejarlos ir? ¿Por qué haría eso? ¿Quién haría el trabajo que ustedes nacieron para hacer? —Sonrió​ fríamente—. No conozco a ese Señor y no dejaré que Israel se vaya.

Aarón sintió que la ira crecía en su interior.

—El​ Dios de los hebreos nos ha visitado —declaró—. Déjanos hacer un viaje de tres días al desierto a fin de ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. Si no lo hacemos, nos matará con una plaga o a filo de espada.

—¿A mí qué me importa si mueren algunos esclavos? Los hebreos se reproducen como los conejos. Habrá otros que reemplacen a los que mueran por alguna peste. —​Los consejeros y los visitantes se rieron mientras el faraón seguía burlándose de ellos.

El rostro de Aarón estaba encendido, y sentía los golpes violentos de su corazón.

El faraón entrecerró los ojos cuando Aarón se quedó mirándolo fijamente.

—Yo​ he oído hablar de ustedes, Aarón y Moisés. —​El gobernante de Egipto habló tranquilamente, con un tono de voz amenazante.

Aarón se quedó helado al enterarse de que el faraón lo conocía por su nombre.

—¿Quiénes se creen que son —​gritó el faraón—, distrayendo al pueblo de sus tareas? ¡Vuelvan a trabajar! Miren, hay muchas personas aquí en Egipto, y ustedes están impidiéndoles hacer su trabajo.

Cuando los guardias se les acercaron, la mano de Aarón apretó su vara de pastor. Si algún hombre intentaba agarrar a Moisés, recibiría un bastonazo.

—Debemos​ irnos, Aarón —dijo​ Moisés en voz baja. Aarón obedeció.

Parados otra vez bajo el tórrido sol egipcio, Aarón sacudió la cabeza.

—Pensé​ que nos escucharía.

—Te​ dije que no lo haría. —Moisés​ soltó el aliento lentamente y agachó la cabeza—. Esto es solo el comienzo de nuestras aflicciones.

***

Rápidamente, les llegó la orden de los capataces de que ya no les entregarían más paja para hacer ladrillos, sino que tendrían que buscarla ellos mismos. ¡Y la cuota obligatoria de ladrillos no se reduciría! Se les comunicó la razón. El soberano de Egipto consideraba que eran unos perezosos porque Moisés y Aarón habían exigido que los dejara salir para hacer sacrificios a su dios.

—Creímos​ que ustedes iban a liberarnos, ¡y lo único que pidieron fue que nos dejaran salir unos días para hacer sacrificios!

—¡Fuera de aquí!

—¡Nos han hecho la vida aún más insoportable!

Cuando los capataces que trabajaban entre los hijos de Israel fueron

azotados por no completar la cantidad obligatoria de ladrillos, acudieron al faraón para implorarle justicia y misericordia. Moisés y Aarón fueron a su encuentro. Cuando salieron, los capataces estaban ensangrentados y peor que antes.

—¡Por culpa de ustedes el faraón cree que somos perezosos! ¡No han causado más que problemas! Que el Señor los juzgue por meternos en esta situación terrible con el faraón y sus funcionarios. ¡Les han dado una excusa para matarnos!

Aarón se quedó paralizado ante sus acusaciones.

—¡El Señor nos liberará!

—Ah,​ sí. Él nos liberará. ¡Directo a las manos del faraón!

Algunos escupieron a Moisés al marcharse.

Aarón se desesperó. Él creía que el Señor le había hablado a Moisés y que había prometido liberar al pueblo.

—¿Qué hacemos ahora? —​Él había pensado que sería fácil; que con una palabra del Señor, las cadenas de la esclavitud desaparecerían. ¿Por qué estaba Dios castigándolos otra vez? ¿No habían recibido suficiente castigo durante todos estos largos años en Egipto?

—Debo​ orar. —Moisés​ habló en voz baja. Parecía tan viejo y confundido, que Aarón se asustó—. Debo preguntarle al Señor por qué me envió ante el faraón para hablar en nombre de Él, pues solo le ha hecho daño a Su pueblo y no los ha liberado en absoluto.

***

Las personas que Aarón conocía de toda la vida lo miraban con furia y murmuraban cuando lo veían pasar.

—​Deberías haber mantenido la boca cerrada, Aarón. Tu hermano estuvo demasiado tiempo en el desierto.

—¡Hablándole a Dios! ¿Quién cree que es?

—Está​ loco. ¡Deberías haberte dado cuenta, Aarón!

Dios le había hablado a él también. Aarón sabía que había oído la voz de Dios. Lo sabía. ¡Nadie lo haría dudar de eso!

Pero ¿por qué Moisés no había arrojado su vara y no le había mostrado al faraón las señales y los milagros en el preciso momento que estuvieron en la presencia del gobernante? Se lo preguntó a Moisés. Este contestó:

«El Señor nos dirá qué decir y qué hacer y cuándo, y no vamos a hacer nada más ni menos que eso».

Satisfecho, Aarón esperó, ignorando las burlas y observando a Moisés mientras oraba. Aarón estaba demasiado cansado para orar, pero se sorprendió desconcertado por las preocupaciones relacionadas con el pueblo. ¿Cómo podía convencerlos de que Dios había mandado a Moisés? ¿Qué podía decirles para hacer que escucharan?

Moisés se acercó a él.

«El Señor ha hablado nuevamente: “Ahora verás lo que le haré al faraón. Cuando él sienta el peso de mi mano fuerte, dejará salir al pueblo. De hecho, ¡él mismo los echará de su tierra!”».

Aarón reunió al pueblo, pero ellos no quisieron escuchar. Moisés trató de hablarles, pero tartamudeó y se quedó callado cuando le gritaron. Aarón les respondió a los gritos:

—¡El Señor nos liberará! Él establecerá un pacto con nosotros para entregarnos la tierra de Canaán, la tierra de dónde venimos. ¿Acaso no es lo que hemos esperado toda nuestra vida? ¿No hemos orado para que llegara un libertador? El Señor oyó nuestras plegarias. ¡Se acordó de nosotros! Él es el Señor y quitará las cargas que nos han impuesto los egipcios. ¡Nos liberará de la esclavitud y nos redimirá con grandes actos de juicio y con Su brazo poderoso!

—¿Dónde está su brazo poderoso? ¡No lo veo!

Alguien empujó a Aarón.

—Si​ le dices algo más al faraón, nos matará. Pero no antes de que nosotros te matemos.

Aarón vio la furia en sus ojos y sintió miedo.

—¡Manda a Moisés de regreso al lugar de donde vino! —gritó​ otro.

—¡Tu hermano no nos ha causado más que problemas desde que llegó!

Desalentado, Aarón desistió de discutir con ellos y siguió a Moisés al territorio de Gosén. Se quedó cerca, pero no demasiado cerca, esforzándose para escuchar la voz de Dios, oyendo solamente a Moisés, que hablaba en voz baja y le suplicaba a Dios que le diera respuestas. Aarón se cubrió la cabeza y se agachó en cuclillas con la vara cruzada sobre sus rodillas. Por mucho tiempo que tardara, él esperaría a su hermano.

Moisés se puso de pie, con el rostro mirando al cielo.

—Aarón.

Aarón levantó la cabeza y parpadeó. Era cerca del anochecer. Se incorporó, se aferró a su vara y se puso de pie.

—El​ Señor te ha hablado.

—Debemos​ hablar con el faraón otra vez.

Aarón sonrió tristemente.

—Esta​ vez —​le infundió seguridad a su voz—, esta vez el faraón escuchará la Palabra del Señor.

—​Él no escuchará, Aarón. No hasta que el Señor haya multiplicado Sus señales y milagros. Dios pondrá Su mano sobre Egipto y sacará a Su pueblo por medio de grandes juicios.

Aarón estaba preocupado, pero trató de no demostrarlo.

—Diré​ todo lo que me digas, Moisés, y haré lo que me órdenes. Sé que el Señor habla por medio de ti.

Aarón lo sabía, pero ¿el faraón se daría cuenta de eso algún día?

***

Cuando volvieron a la casa, Aarón le contó a su familia que irían a presentarse nuevamente ante el faraón.

—¡El pueblo nos apedreará! —​argumentaron Nadab y Abiú—. Últimamente no has estado en los campos de ladrillos, padre. No has visto cómo nos tratan. Solo vas a empeorar las cosas para nosotros.

—El​ faraón no escuchó la última vez. ¿Qué te hace pensar que ahora escuchará? Lo único que le importan son los ladrillos para sus ciudades. ¿Crees que dejará que se vayan sus trabajadores?

—¿Dónde está su fe? —Miriam​ estaba enojada con todos ellos—. Hemos esperado este día desde que Jacob pisó la tierra de este país. ¡Nosotros no somos de Egipto!

Mientras las discusiones giraban a su alrededor, Aarón vio que la esposa de Moisés lo llevaba aparte. Séfora estaba tan molesta como el resto y hablaba en voz baja. Sacudía la cabeza, acercando a sus hijos a ella.

Miriam volvió a recordarles a los hijos de Aarón cómo el Señor había protegido a Moisés cuando lo dejaron en el Nilo, cómo había sido un milagro que la hija del antiguo faraón lo hubiera encontrado y adoptado.

—Yo​ estuve ahí. Vi cómo la mano del Señor estuvo sobre él desde que nació.

Abiú no estaba convencido.

—Y​ si el faraón no escucha esta vez, ¿cómo crees que nos tratarán a todos? Nadab se levantó, impaciente.

—La​ mitad de mis amigos ni siquiera me hablan ahora.

Aarón se avergonzó por la falta de fe de sus hijos.

—El​ Señor le habló a Moisés.

—¿El Señor te habló a ti?

—El​ Señor le dijo a Moisés que debemos ir ante el faraón, ¡y ante el faraón nos presentaremos! —​Los despidió con un ademán de su mano—. ¡Afuera, todos ustedes! Vayan a cuidar las ovejas y las cabras.

Séfora salió silenciosamente detrás de ellos, con sus hijos cerca de ella.

Moisés se sentó a la mesa con Aarón y entrecruzó sus manos.

—Séfora​ volverá a la casa de su padre y se llevará a mis hijos.

—¿Por qué?

—Dice​ que aquí no hay lugar para ella.

Aarón sintió que el rostro se le ruborizaba rápidamente. Había notado cómo Miriam trataba a Séfora. Ya había hablado con ella al respecto.

—Comparte​ tu trabajo con ella, Miriam.

—No​ necesito su ayuda.

—Ella​ necesita algo para hacer.

—Puede​ hacer lo que desee e ir donde quiera.

—Es​ la esposa de Moisés y la madre de sus hijos. Ahora es nuestra hermana.

—No​ es nuestra hermana. ¡Es una forastera! —​dijo Miriam en voz baja—.

Es una madianita.

—¿Y qué somos nosotros, sino esclavos? Moisés tuvo que huir de Egipto y de Gosén. ¿Esperabas que no se casara ni tuviera sus propios hijos? Es la hija de un sacerdote.

—¿Y eso la hace aceptable? ¿Sacerdote de qué dios? No del Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

—Es​ el Señor Dios de Abraham, Isaac y Jacob quien llamó a Moisés para que viniera.

—Qué​ lástima que Moisés no dejó a su esposa e hijos en el lugar al que pertenecen. —Se​ levantó y le dio la espalda.

Aarón se puso de pie, enojado.

—¿Y adónde perteneces tú, Miriam? ¿Tú, sin marido y sin hijos que se hagan cargo de ti?

Miriam lo enfrentó, mirándolo con ojos alterados y llorosos.

Yo fui la que cuidó a Moisés mientras iba a la deriva por el Nilo. Yo fui quien le habló a la hija del faraón para que lo devolviera a nuestra madre hasta que fuera destetado. Y por si eso no fuera suficiente, ¿quién se convirtió en la madre de tus hijos cuando Eliseba murió? En caso de que lo hayas olvidado, Aarón, yo soy tu hermana mayor, la primogénita de Amram y Jocabed. Yo tuve mucho que ver con tu crianza también.

A veces no era posible razonar con su hermana. Era mejor dejar que analizara las cosas detenidamente por sí misma y mantener la paz familiar. Llegado el momento, Miriam aceptaría por lo menos a los hijos de Moisés, aunque tal vez no a su esposa.

—Hablaré​ con Miriam otra vez, Moisés. Séfora es tu esposa. Su lugar está aquí, contigo.

—No​ es solo por Miriam, hermano. Séfora le tiene miedo a nuestra gente. Dice que son tan destructivos e inconstantes como una ráfaga de viento. Ya se dio cuenta de que el pueblo no quiere escucharme. Y que tampoco están dispuestos a escucharte a ti. Entiende que debo hacer lo que Dios me dice, pero tiene miedo por nuestros hijos y dice que vivirá más segura en las carpas de su padre que en las casas de Israel.

¿Sus mujeres estaban destinadas a causar problemas?

—¿Está pidiéndote que vuelvas con ella?

—No​. Solo me pide que le dé mi bendición. Y lo hice. Se llevará a mis hijos, Gersón y Eliezer, de vuelta a Madián. Ha vivido toda su vida en el desierto. Estará a salvo con Jetro. —Se​ le llenaron los ojos de lágrimas—. Si Dios quiere, volverán a mí cuando Israel sea liberado de Egipto.

Por las palabras de su hermano, Aarón se dio cuenta de que vendrían tiempos peores. Moisés estaba enviando a Séfora de regreso con su gente, a un hogar seguro. Aarón no podía darse ese lujo. Miriam y sus propios hijos tendrían que quedarse y soportar todas las dificultades que vinieran. A los hebreos no les quedaba otra alternativa más que tener esperanza y orar para que llegara rápido el día de su liberación.

El sacerdote

BUSQUE Y ENCUENTRE

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BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Luego el Señor le dijo a Moisés:

—Vuelve a hablar con el faraón, rey de Egipto, y dile que deje salir de su territorio al pueblo de Israel.

—¡Pero Señor! —contestó Moisés—, si mi propio pueblo ya no quiere escucharme, ¿cómo puedo esperar que me escuche el faraón? ¡Soy tan torpe para hablar!

Pero el Señor habló con Moisés y con Aarón y les dio órdenes para los israelitas y para el faraón, rey de Egipto. El Señor mandó a Moisés y a Aarón que sacaran de Egipto al pueblo de Israel.

Los siguientes son los antepasados de algunos de los clanes de Israel:

Los hijos de Rubén, el hijo mayor de Israel, fueron Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. Sus descendientes formaron los clanes de Rubén.

Los hijos de Simeón fueron Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl. (La madre de Saúl fue una mujer cananea). Sus descendientes formaron los clanes de Simeón.

Estos son los descendientes de Leví, tal como aparecen en los registros de familia. Los hijos de Leví fueron Gersón, Coat y Merari. (Leví vivió hasta los ciento treinta y siete años).

Entre los descendientes de Gersón se encontraban Libni y Simei; cada uno de ellos llegó a ser el antepasado de un clan.

Entre los descendientes de Coat se encontraban Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. (Coat vivió hasta los ciento treinta y tres años).

Entre los descendientes de Merari estaban Mahli y Musi.

Los siguientes son los clanes de los levitas, tal como aparecen en los registros de familia:

Amram se casó con Jocabed, hermana de su padre, y ella dio a luz dos hijos, Aarón y Moisés. (Amram vivió hasta los ciento treinta y siete años).

Los hijos de Izhar fueron Coré, Nefeg y Zicri.

Los hijos de Uziel fueron Misael, Elzafán y Sitri.

Aarón se casó con Eliseba, hija de Aminadab y hermana de Naasón. Ella dio a luz a sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.

Los hijos de Coré fueron Asir, Elcana y Abiasaf. Sus descendientes formaron los clanes de Coré.

Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una de las hijas de Futiel, y ella dio a luz a su hijo Finees.

ÉXODO 6:10-25

  • Enumere todo lo que aprendió sobre Aarón a partir de su linaje levítico.

Lea los siguientes pasajes:

Cierto día Moisés se encontraba apacentando el rebaño de su suegro, Jetro, quien era sacerdote de Madián. Llevó el rebaño al corazón del desierto y llegó al Sinaí, el monte de Dios. Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedó mirando lleno de asombro porque aunque la zarza estaba envuelta en llamas, no se consumía. «Esto es increíble —se dijo a sí mismo—. ¿Por qué esa zarza no se consume? Tengo que ir a verla de cerca».

Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la zarza:

—¡Moisés! ¡Moisés!

—Aquí estoy —respondió él.

ÉXODO 3:1-4

—Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel.

Pero Moisés protestó:

—¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón? ¿Quién soy yo para sacar de Egipto al pueblo de Israel?

ÉXODO 3:10-11

Pero Moisés volvió a protestar:

—Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me preguntarán: “¿Y cuál es el nombre de ese Dios?”. Entonces, ¿qué les responderé?

ÉXODO 3:13

Sin embargo, Moisés protestó de nuevo:

—¿Qué hago si no me creen o no me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: “El Señor nunca se te apareció”?

ÉXODO 4:1

Pero Moisés rogó al Señor:

—Oh, Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.

ÉXODO 4:10

Pero Moisés suplicó de nuevo

—¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.

Entonces, el Señor se enojó con Moisés y le dijo:

—De acuerdo, ¿qué te parece tu hermano Aarón, el levita? Sé que él habla muy bien. ¡Mira! Ya viene en camino para encontrarte y estará encantado de verte. Habla con él y pon las palabras en su boca. Yo estaré con los dos cuando hablen y les enseñaré lo que tienen que hacer. Aarón será tu vocero ante el pueblo. Él será tu portavoz, y tú tomarás el lugar de Dios ante él al decirle lo que tiene que hablar. Lleva contigo tu vara de pastor y úsala para realizar las señales milagrosas que te mostré.

ÉXODO 4:13-17

Ahora bien, el Señor le había dicho a Aarón: «Ve al desierto para encontrarte con Moisés». Así que Aarón fue a encontrarse con Moisés en el monte de Dios y lo abrazó. Moisés le contó todo lo que el Señor le había ordenado que dijera y también le contó acerca de las señales milagrosas que el Señor lo mandó a realizar.

Luego Moisés y Aarón regresaron a Egipto y convocaron a todos los ancianos de Israel. Aarón les dijo todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, y Moisés realizó las señales milagrosas a la vista de ellos. Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.

ÉXODO 4:27-31

  • Utilizando estos pasajes, contraste a Moisés con Aarón.
  • Analice el papel de Dios y Su respuesta en estos mismos pasajes.
  • ¿Qué roles tomaron y aceptaron Moisés y Aarón?
  • ¿Cómo reaccionó el pueblo israelita? ¿Qué decidieron acerca de los dos hombres?
  • ¿Qué impacto cree que tuvo Aarón sobre Moisés en ese momento, si es que tuvo alguno? ¿Por qué?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cómo responde usted cuando Dios le comunica que debe hacer algo?
  • ¿Con cuál de los dos líderes (Moisés o Aarón) se identifica y por qué?

El Señor está de mi parte, por tanto, no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal? Así es, el Señor está de mi parte; él me ayudará; miraré triunfante a los que me odian. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en la gente.

SALMO 118:6-8

  • ¿Qué ha aprendido acerca de Dios en estos versículos?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros.

EFESIOS 3:20

LLAMADOS A EGIPTO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Tanto Moisés como Aarón decidieron obedecer a Dios y regresar a Egipto para ayudar a liberar a sus parientes de la esclavitud. Lea el siguiente pasaje:

Luego Moisés y Aarón regresaron a Egipto y convocaron a todos los ancianos de Israel. Aarón les dijo todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, y Moisés realizó las señales milagrosas a la vista de ellos. Entonces el pueblo de Israel quedó convencido de que el Señor había enviado a Moisés y a Aarón. Cuando supieron que el Señor se preocupaba por ellos y que había visto su sufrimiento, se inclinaron y adoraron.

Después del encuentro con los líderes de Israel, Moisés y Aarón fueron a hablar con el faraón y le dijeron:

—Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Deja salir a mi pueblo para que celebre un festival en mi honor en el desierto”.

—¿Ah sí? —replicó el faraón—. ¿Y quién es ese Señor? ¿Por qué tendría que escucharlo y dejar ir a Israel? Yo no conozco a ese tal Señor y no dejaré que Israel se vaya.

Pero Aarón y Moisés insistieron:

—El Dios de los hebreos nos ha visitado —declararon—. Por lo tanto, déjanos hacer un viaje de tres días al desierto a fin de ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. Si no lo hacemos, nos matará con una plaga o a filo de espada.

ÉXODO 4:29-5:3

  • ¿Qué pasos dieron Aarón y Moisés cuando volvieron a Egipto?
  • ¿Qué prueba fehaciente encuentra de que Aarón fue un apoyo para Moisés?

Lea el siguiente pasaje:

Después del encuentro con los líderes de Israel, Moisés y Aarón fueron a hablar con el faraón y le dijeron:

—Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Deja salir a mi pueblo para que celebre un festival en mi honor en el desierto”.

—¿Ah sí? —replicó el faraón—. ¿Y quién es ese Señor? ¿Por qué tendría que escucharlo y dejar ir a Israel? Yo no conozco a ese tal Señor y no dejaré que Israel se vaya.

Pero Aarón y Moisés insistieron:

—El Dios de los hebreos nos ha visitado —declararon—. Por lo tanto, déjanos hacer un viaje de tres días al desierto a fin de ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. Si no lo hacemos, nos matará con una plaga o a filo de espada.

El faraón respondió:

—Moisés y Aarón, ¿por qué distraen al pueblo de sus tareas? ¡Vuelvan a trabajar! Miren, hay muchos de su pueblo en esta tierra y ustedes les impiden continuar su labor. […]

Los jefes de cuadrilla israelitas se dieron cuenta de que estaban en serios problemas. […] Al salir del palacio del faraón, se cruzaron con Moisés y con Aarón, quienes estaban esperándolos afuera. Los jefes de cuadrillas les dijeron: «¡Que el Señor los juzgue y los castigue por habernos hechos repugnantes a los ojos del faraón y sus funcionarios! ¡Ustedes mismos les pusieron una espada en la mano, les dieron una excusa para que nos maten!».

Entonces Moisés fue ante el Señor y protestó:

—Señor, ¿por qué trajiste toda esta desgracia a tu propio pueblo? ¿Por qué me enviaste? Desde que me presenté ante el faraón como tu vocero, él se ha vuelto aún más brutal contra tu pueblo, ¡y tú no has hecho nada para rescatarlos!

Entonces el Señor le dijo a Moisés:

—Ahora verás lo que le haré al faraón. Cuando él sienta el peso de mi mano fuerte, dejará salir al pueblo. De hecho, ¡él mismo los echará de su tierra! […]

Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Presta mucha atención a lo que voy a decir. Yo haré que para el faraón parezcas como Dios, y tu hermano, Aarón, será tu profeta. Dile a Aarón todo lo que yo te mande, y Aarón deberá ordenarle al faraón que deje salir de su territorio al pueblo de Israel». […]

Así que Moisés y Aarón hicieron tal como el Señor les mandó. Moisés tenía ochenta años, y Aarón, ochenta y tres cuando presentaron sus demandas ante el faraón.

Después el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «El faraón les dirá: “Muéstrenme un milagro”. Cuando lo haga, dile a Aarón: “Toma tu vara y arrójala al suelo delante del faraón, y la vara se convertirá en una serpiente”».

Entonces Moisés y Aarón fueron a ver al faraón e hicieron lo que el Señor les había ordenado.

ÉXODO 5:1-5, 19-6:1; 7:1-2, 6-10

  • ¿Cómo reaccionó el faraón a las peticiones de Aarón y Moisés? ¿Cómo reaccionaron los israelitas a las exigencias del faraón?
  • ¿Qué hace Moisés cuando se ve confrontado por los capataces israelitas?
  • Según el plan que Dios le presentó a Moisés, ¿qué papel le dio a Aarón? ¿Por qué?
  • Observe la respuesta de Moisés y de Aarón al plan de Dios (7:8). Analice los posibles motivos para el cambio de actitud que tuvieron.

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Alguna vez ha necesitado «retroceder» para poder avanzar? Explique.
  • Comparta alguna ocasión en la que alguien estuvo dispuesto a apoyarlo, a estar a su lado durante un momento difícil.

Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente.

ECLESIASTÉS 4:12

  • Analice este versículo teniendo en cuenta a Moisés y a Aarón. ¿Quién está siempre presente para formar la cuerda triple?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Pues Dios ha dicho: «Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré». Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda, por tanto, no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»

HEBREOS 13:5-6

LLAMADOS A UN NIVEL SUPERIOR

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Luego el Señor instruyó a Moisés: «Sube para encontrarte conmigo, y ven junto con Aarón, Nadab, Abiú y setenta de los ancianos de Israel. Todos tendrán que adorar de lejos, solo a Moisés se le permite acercarse al Señor. Los demás no se acercarán, y a nadie del pueblo se le permite subir al monte con él».

Después Moisés descendió y le repitió al pueblo todas las instrucciones y ordenanzas que el Señor le había dado, y todo el pueblo respondió a una voz: «Haremos todo lo que el Señor ha ordenado».

Entonces Moisés escribió cuidadosamente todas las instrucciones del Señor, y temprano a la mañana siguiente se levantó y construyó un altar al pie del monte. También levantó doce columnas, una por cada tribu de Israel. Luego envió a unos jóvenes israelitas a presentar ofrendas quemadas y a sacrificar toros como ofrendas de paz al Señor. Moisés dejó escurrir la mitad de la sangre de estos animales en unos tazones; la otra mitad la salpicó sobre el altar.

Luego tomó el libro del pacto y lo leyó al pueblo en voz alta. Una vez más todos respondieron: «Haremos todo lo que el Señor ha ordenado. Vamos a obedecer».

Entonces Moisés tomó la sangre de los tazones y la salpicó sobre el pueblo, mientras declaraba: «Esta sangre confirma el pacto que el Señor ha hecho con ustedes al darles estas instrucciones».

Después Moisés, Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel subieron al monte. Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo. Aunque estos nobles de Israel pudieron contemplar a Dios, él no los destruyó. De hecho, compartieron una comida para celebrar el pacto, en la cual comieron y bebieron en su presencia.

Luego el Señor le dijo a Moisés: «Sube al monte para encontrarte conmigo. Espera allí, y te daré las tablas de piedra en las que he escrito las instrucciones y los mandatos para que puedas enseñar al pueblo». Entonces Moisés y su ayudante Josué salieron, y Moisés subió al monte de Dios.

Moisés les dijo a los ancianos: «Quédense aquí y espérennos hasta que regresemos. Aarón y Hur se quedan aquí con ustedes; si alguien tiene algún altercado durante mi ausencia, que consulte con ellos».

Luego Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por la nube.

ÉXODO 24:1-15

  • ¿Quién fue invitado a subir al monte? ¿Qué sucedió entre ellos mientras estaban ahí?
  • Cuando Moisés subió al monte con Josué, ¿qué instrucciones les dio a los otros líderes?

Con todo esto presente, lea el siguiente pasaje:

Cuando los israelitas vieron que Moisés tardaba tanto en bajar del monte, se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron:

—Vamos, haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto.

Aarón les respondió:

—Quítenles a sus esposas, hijos e hijas los aretes de oro que llevan en las orejas y tráiganmelos.

Todos se quitaron los aretes que llevaban en las orejas y se los llevaron a Aarón. Entonces Aarón tomó el oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle la forma de un becerro. Cuando los israelitas vieron el becerro de oro, exclamaron: «¡Oh Israel, estos son los dioses que te sacaron de la tierra de Egipto!».

Al ver Aarón el entusiasmo del pueblo, edificó un altar frente al becerro. Luego anunció: «¡Mañana celebraremos un festival al Señor!».

Temprano a la mañana siguiente, el pueblo se levantó para sacrificar ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Después, todos celebraron con abundante comida y bebida, y se entregaron a diversiones paganas.

El Señor le dijo a Moisés:

—¡Baja ya de la montaña! Tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido. ¡Qué pronto se apartaron de la forma en que les ordené que vivieran! Fundieron oro y se hicieron un becerro, y se inclinaron ante él y le ofrecieron sacrificios. Andan diciendo: “Oh Israel, estos son tus dioses que te sacaron de la tierra de Egipto”.

Después el Señor dijo:

—He visto lo terco y rebelde que es este pueblo. Ahora quítate de en medio, para que mi ira feroz pueda encenderse contra ellos y destruirlos. Después, Moisés, haré de ti una gran nación.

Pero Moisés trató de apaciguar al Señor su Dios.

—¡Oh Señor! —le dijo—, ¿por qué estás tan enojado con tu propio pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto con tan grande poder y mano fuerte? ¿Por qué dejar que los egipcios digan: “Su Dios los rescató con la mala intención de matarlos en los montes y borrarlos de la faz de la tierra”? Abandona tu ira feroz; ¡cambia de parecer en cuanto a ese terrible desastre con el que amenazas a tu pueblo! Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob. Tú mismo te comprometiste con ellos bajo juramento diciendo: «Haré que sus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo, y entregaré a sus descendientes toda esta tierra que prometí darles, y ellos la poseerán para siempre».

Entonces el Señor cambió de parecer en cuanto al terrible desastre con que había amenazado destruir a su pueblo.

Enseguida Moisés se dio vuelta y descendió del monte. Llevaba en sus manos las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto. Estaban escritas a ambos lados, por delante y por detrás. Estas tablas eran obra de Dios; cada palabra estaba escrita por Dios mismo.

Cuando Josué oyó el alboroto del pueblo, que gritaba desde abajo, exclamó a Moisés:

—¡Parece que hay guerra en el campamento!

Pero Moisés respondió:

—No, no son gritos de victoria ni lamentos de derrota. Oigo sonidos de celebración.

Cuando se acercaron al campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y ardió de enojo. Entonces tiró las tablas de piedra al suelo, las cuales se hicieron pedazos al pie del monte. Tomó el becerro que habían hecho y lo quemó. Luego lo molió hasta hacerlo polvo, lo arrojó al agua y obligó a los israelitas a que la bebieran.

Por último, se dirigió a Aarón y le preguntó:

—¿Qué te hizo este pueblo para que lo llevaras a caer en un pecado tan grande?

—No te disgustes tanto, mi señor —contestó Aarón—. Tú sabes bien qué mala es esta gente. Ellos me dijeron: “Haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a este tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto”. Así que yo les dije: “Los que tengan joyas de oro, que se las quiten”. Cuando me las trajeron, no hice más que echarlas al fuego, ¡y salió este becerro!

Moisés vio que Aarón había permitido que el pueblo se descontrolara por completo y fuera el hazmerreír de sus enemigos. Así que se paró a la entrada del campamento y gritó: «Todos los que estén de parte del Señor, vengan aquí y únanse a mí». Y todos los levitas se juntaron alrededor de él.

Moisés les dijo: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Cada uno de ustedes tome su espada, recorra el campamento de un extremo al otro; maten a todos, incluso a sus hermanos, amigos y vecinos”». Entonces los levitas obedecieron la orden de Moisés, y ese día murieron unas tres mil personas.

Entonces Moisés les dijo a los levitas: «Hoy se consagraron a sí mismos para el servicio del Señor, porque lo obedecieron aun cuando tuvieron que matar a sus propios hijos y hermanos. Hoy se ganaron una bendición».

Al día siguiente, Moisés les dijo a los israelitas: «Ustedes cometieron un terrible pecado, pero yo subiré de nuevo al monte a encontrarme con el Señor. Quizás pueda lograr que él les perdone este pecado».

Entonces Moisés volvió a donde estaba el Señor y dijo:

—Qué terrible pecado cometió este pueblo; se hicieron dioses de oro. Ahora, si solo perdonaras su pecado; pero si no, ¡borra mi nombre del registro que has escrito!

Pero el Señor respondió a Moisés:

—No, yo borraré el nombre de todo aquel que haya pecado contra mí. Ahora ve y lleva al pueblo al lugar del que te hablé. Mi ángel irá delante de ti. Cuando llegue el día de pedirles cuentas a los israelitas, ciertamente los haré responsables de sus pecados.

Después, el Señor envió una terrible plaga sobre ellos porque habían rendido culto al becerro que hizo Aarón.

ÉXODO 32

  • Analice las circunstancias que hubo respecto a la creación del becerro de oro: ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cómo?
  • ¿Qué encontró Moisés cuando volvió? ¿Cuál fue su reacción?
  • Compare la respuesta de Aarón al pedido que le hizo el pueblo en los versículos 2-4 con su respuesta a la pregunta de Moisés en los versículos 22-24.
  • Moisés tomó medidas drásticas en el campamento de Israel al descubrir su pecado. Marcó un límite para todos. ¿Quién cruzó ese límite para unírsele en obediencia? ¿Qué podría haber implicado eso en cuanto a Aarón?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Tanto Aarón como Moisés fueron puestos en aprietos, y cada uno se reveló en su respuesta. Comparta alguna situación en la que alguien lo haya puesto en una situación difícil. ¿Qué aprendió sobre usted mismo por la manera en que lo manejó?
  • ¿Con quién se identifica ahora: con Moisés o con Aarón? ¿Por qué?
  • Analice qué pasos debería haber dado Aarón cuando el pueblo se acercó a él en busca de liderazgo.

AGUARDE Y REFLEXIONE

Podemos hacer nuestros propios planes, pero la respuesta correcta viene del Señor. La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones. Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito.

PROVERBIOS 16:1-3

LLAMADOS A LA SANTIDAD

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea los siguientes pasajes:

«Lleva a Aarón y a sus hijos a la entrada del tabernáculo y lávalos con agua».

ÉXODO 40:12

Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Trae a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras sagradas, el aceite de la unción, el becerro para la ofrenda por el pecado, los dos carneros y la cesta con el pan preparado sin levadura, y convoca a toda la comunidad de Israel para que se reúna a la entrada del tabernáculo».

Así que Moisés siguió las instrucciones del Señor, y toda la comunidad se reunió a la entrada del tabernáculo. Moisés les anunció: «¡Esto es lo que el Señor nos ha ordenado que hagamos!». Después presentó a Aarón y a sus hijos y los lavó con agua. A Aarón le puso la túnica oficial y lo ciñó con una faja alrededor de la cintura. Lo vistió con el manto, le puso encima el efod bien asegurado con la faja decorativa. Después Moisés puso el pectoral sobre Aarón y colocó adentro el Urim y el Tumim. Además puso el turbante sobre la cabeza de Aarón y, en la parte delantera del turbante, sujetó la medalla de oro —el símbolo de la santidad— tal como el Señor le había ordenado.

Después Moisés tomó el aceite de la unción y ungió el tabernáculo y todo lo que había en él, y así lo santificó. Roció el altar siete veces con el aceite, de esta manera lo ungió junto con todos los utensilios, al igual que el lavamanos y su base, para santificarlos. Luego derramó un poco del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y de esta manera lo ungió y lo santificó para su labor. Después, Moisés presentó a los hijos de Aarón. Los vistió con sus túnicas, las ató con las fajas y les colocó los gorros especiales, tal como el Señor le había ordenado.

LEVÍTICO 8:1-13

  • Analice la unción de Aarón. ¿Qué le llama la atención de este relato?
  • ¿Qué aprende de Dios en este pasaje, especialmente teniendo en cuenta la lección anterior?

Después de semejante punto culminante en la vida de Aarón, cuesta pensar que él podría volver a dudar alguna vez. Lea el siguiente pasaje:

Mientras estaban en Hazerot, Miriam y Aarón criticaron a Moisés porque se había casado con una cusita. Dijeron: «¿Ha hablado el Señor solamente por medio de Moisés? ¿Acaso no ha hablado también a través de nosotros?» Y el Señor los oyó. (Ahora bien, Moisés era muy humilde, más que cualquier otra persona de la tierra).

Así que, el Señor llamó de inmediato a Moisés, a Aarón y a Miriam y les dijo: «¡Vayan los tres al tabernáculo!»; y los tres fueron allí. Entonces el Señor descendió en la columna de nube y se detuvo en la entrada del tabernáculo. «¡Aarón y Miriam!», llamó él. Ellos dieron un paso al frente y el Señor les habló: «Escuchen lo que voy a decir: Si hubiera profetas entre ustedes, yo, el Señor, me revelaría en sus visiones; les hablaría en sueños. Pero no con mi siervo Moisés. De toda mi casa, él es en quien confío. Yo le hablo a él cara a cara, ¡con claridad y no en acertijos! Él ve al Señor como él es. ¿Entonces, por qué no tuvieron temor de criticar a mi siervo Moisés?».

El Señor estaba muy enojado con ellos y se fue. Cuando la nube dejó de estar encima del tabernáculo, allí estaba Miriam, con su piel tan blanca como la nieve, leprosa. Cuando Aarón vio lo que había pasado con ella, clamó a Moisés: «Oh mi señor! ¡Por favor, no nos castigues por este pecado que tan neciamente cometimos! No dejes que ella sea como un bebé que nace muerto y que ya está en descomposición».

Entonces Moisés clamó al Señor:

—¡Oh Dios, te suplico que la sanes!

Pero el Señor le dijo a Moisés:

—Si el padre de Miriam tan solo la escupiera en la cara, ¿no duraría su contaminación siete días? Por lo tanto, mantenla fuera del campamento durante siete días y después podrá ser aceptada de nuevo.

Así que Miriam permaneció fuera del campamento durante siete días, y el pueblo esperó hasta que la trajeran para continuar su viaje.

NÚMEROS 12:1-15

  • ¿De qué se quejaban Aarón y Miriam sobre Moisés?
  • ¿Qué dijo Dios sobre estas quejas?
  • ¿Quién cree usted que comenzó las quejas y por qué?
  • ¿Qué implica esto acerca de Aarón y sus intenciones?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Qué sentido le encuentra usted al hecho de que Dios siguiera trabajando con Aarón, obrando por medio de él y usándolo? Explique.

Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.

Por lo tanto, renueven las fuerzas de sus manos cansadas y fortalezcan sus rodillas debilitadas. Tracen un camino recto para sus pies, a fin de que los débiles y los cojos no caigan, sino que se fortalezcan.

HEBREOS 12:10-13

  • ¿Cuál es la diferencia entre la disciplina de Dios y la disciplina de nuestro padre terrenal?
  • ¿Qué beneficios resultan de la disciplina de Dios? ¿Para usted? ¿Para los que están en su área de influencia?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

1 JUAN 1:9

LLAMADOS A LIDERAR

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Cierto día, Coré, hijo de Izhar, quien era descendiente de Coat, hijo de Leví, conspiró con Datán y Abiram, hijos de Eliab, junto con On, hijo de Pelet de la tribu de Rubén. Ellos provocaron una rebelión contra Moisés junto con otros doscientos cincuenta jefes de la comunidad, quienes eran miembros prominentes de la asamblea. Todos se unieron contra Moisés y Aarón y les dijeron:

—¡Ustedes han ido demasiado lejos! El Señor santificó a la comunidad entera de Israel y él está con todos nosotros. ¿Qué derecho tienen ustedes para actuar como si fueran superiores al resto del pueblo del Señor?

Cuando Moisés oyó lo que decían, cayó rostro en tierra. Entonces les dijo a Coré y a sus seguidores:

—Mañana por la mañana el Señor nos mostrará quién le pertenece a él y quién es santo. El Señor permitirá la entrada a su presencia solo a quienes él elija. Coré, tú y tus seguidores preparen sus recipientes para quemar incienso. Mañana enciendan fuego en ellos y quemen incienso ante el Señor. Entonces veremos a quién elige el Señor como su santo. ¡Ustedes, levitas, son los que han ido demasiado lejos!

Moisés le habló de nuevo a Coré: «¡Ahora escuchen, levitas! ¿Les parece de poca importancia que el Dios de Israel los escogiera de entre toda la comunidad israelita para estar cerca de él de manera que sirvan en el tabernáculo del Señor y que estén delante de los israelitas para ministrarles? Coré, él ya les dio este ministerio especial a ti y a tus hermanos levitas. ¿Ahora también reclaman el sacerdocio? ¡En realidad es contra el Señor que tú y tus servidores se rebelan! Pues, ¿quién es Aarón para que se quejen de él?».

Luego Moisés mandó a llamar a Datán y a Abiram, los hijos de Eliab, pero ellos respondieron: «¡Rehusamos presentarnos ante ti! ¿No te basta que nos sacaste de Egipto, una tierra donde fluyen la leche y la miel, para matarnos aquí en el desierto, y que además ahora nos trates como a tus súbditos? Es más, no nos has llevado a una tierra donde fluyen la leche y la miel. Ni nos has dado una nueva patria con campos y viñedos. ¿Intentas engañar a estos hombres? ¡Nosotros no iremos!».

Entonces Moisés se enojó mucho y le dijo al Señor: «¡No aceptes sus ofrendas de grano! Yo no les he quitado ni siquiera un burro, ni jamás he lastimado a ninguno de ellos». Y Moisés le dijo a Coré: «Tú y tus seguidores deberán venir aquí mañana y presentarse ante el Señor. Aarón también estará presente. Tú y cada uno de tus doscientos cincuenta seguidores deberán preparar un incensario y ponerle incienso para que todos puedan presentarlos ante el Señor. Aarón también llevará el suyo».

Así que cada hombre preparó un recipiente para quemar incienso, lo encendió y le puso incienso. Después se presentaron a la entrada del tabernáculo con Moisés y Aarón. Mientras tanto, Coré había incitado a toda la comunidad contra Moisés y Aarón, y todos se reunieron a la entrada del tabernáculo. Entonces la gloriosa presencia del Señor se apareció ante toda la comunidad. Y el Señor les dijo a Moisés y a Aarón:

—¡Aléjense de todas estas personas para que pueda destruirlas en el acto!

Pero Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra y rogaron:

—¡Oh Dios, tú eres el Dios que da aliento a todas las criaturas! ¿Tienes que enojarte con todo el pueblo cuando solo un hombre peca?

Y el Señor le dijo a Moisés:

—Entonces dile a todo el pueblo que se aleje de las carpas de Coré, Datán y Abiram.

Así que Moisés se levantó y fue a toda prisa hasta las carpas de Datán y Abiram, seguido por los ancianos de Israel. «¡Rápido! —le dijo a la gente—, aléjense de las carpas de estos hombres perversos y no toquen ninguna de sus pertenencias. De lo contrario, serán destruidos por el pecado de ellos». Entonces todo el pueblo se alejó de las carpas de Coré, Datán y Abiram. Pero Datán y Abiram salieron y esperaron de pie a la entrada de sus carpas, junto con sus esposas, sus hijos y sus pequeños.

Y Moisés les dijo: «Esta es la manera en que sabrán que el Señor me ha enviado a realizar estas cosas, pues no las he hecho por mi propia cuenta. Si estos hombres mueren de muerte natural o si nada fuera de lo común les sucede, entonces el Señor no me ha enviado; pero si el Señor hace algo totalmente nuevo y la tierra abre su boca y se los traga con todas sus pertenencias y descienden vivos a la tumba, entonces ustedes sabrán que estos hombres mostraron desprecio por el Señor».

Apenas Moisés terminó de decir estas palabras, la tierra repentinamente se abrió debajo de ellos. La tierra abrió la boca y se tragó a los hombres, junto con todos los de su casa y todos sus seguidores que estaban junto a ellos y todo lo que poseían. Así que descendieron vivos a la tumba, junto con todas sus pertenencias. La tierra se cerró encima de ellos y desaparecieron de entre el pueblo de Israel; y toda la gente que los rodeaba huyó cuando oyeron sus gritos. «¡La tierra nos tragará a nosotros también!», exclamaron. Entonces un fuego ardiente salió del Señor y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían incienso.

El Señor le dijo a Moisés: «Dile a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que saque todos los incensarios del fuego, porque son santos. También dile que esparza los carbones encendidos. Toma los incensarios de estos hombres que pecaron a costa de sus vidas, y de ese metal elabora láminas a martillo para cubrir el altar. Como estos incensarios se usaron en la presencia del Señor, ya son santos. Que sirvan como advertencia al pueblo de Israel».

Así que Eleazar, el sacerdote, recuperó los doscientos cincuenta incensarios de bronce usados por los hombres que murieron en el fuego y del bronce se elaboró una lámina a martillo para recubrir el altar. Esta lámina serviría de advertencia a los israelitas para que nadie que no fuera autorizado —nadie que no fuera descendiente de Aarón— entrara jamás a la presencia del Señor para quemar incienso. Si alguien lo hiciera, le sucedería lo mismo que a Coré y a sus seguidores. Entonces cumplieron las instrucciones que el Señor le dio a Moisés.

Sin embargo, tan pronto como la mañana siguiente, toda la comunidad de Israel comenzó de nuevo a murmurar contra Moisés y Aarón diciendo: «¡Ustedes mataron al pueblo del Señor!». Cuando la comunidad se congregaba para protestar contra Moisés y Aarón, la gente se dio vuelta hacia el tabernáculo y vio que la nube lo había cubierto y que había aparecido la gloriosa presencia del Señor.

Entonces Moisés y Aarón fueron al frente del tabernáculo, y el Señor le dijo a Moisés: «¡Aléjate de toda esta gente para que los destruya inmediatamente!». Pero Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra.

Y Moisés le dijo a Aarón: «Rápido, toma un recipiente para quemar incienso y ponle carbones encendidos del altar. Agrégale incienso y llévalo entre el pueblo para purificarlos y hacerlos justos ante el Señor. El enojo del Señor ya arde contra ellos y la plaga ha comenzado».

Entonces Aarón hizo como Moisés le dijo y corrió entre el pueblo. La plaga ya había comenzado a matar a la gente, pero Aarón quemó el incienso y purificó al pueblo. Se puso entre los vivos y los muertos y se detuvo la plaga. Aun así, 14.700 personas murieron por esa plaga, además de los que habían muerto por la rebelión de Coré. Entonces, debido a que la plaga se detuvo, Aarón regresó donde estaba Moisés a la entrada del tabernáculo.

Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Diles a los israelitas que te traigan doce varas de madera, una por cada jefe de las tribus de los antepasados de Israel, y escribe el nombre de cada jefe en su propia vara. Escribe el nombre de Aarón sobre la vara de la tribu de Leví, pues debe haber una vara por cada jefe de tribu patriarcal. Coloca las varas en el tabernáculo delante del arca que contiene las tablas del pacto, donde me encuentro contigo. Entonces, de la vara del hombre que yo elija saldrán brotes y finalmente pondré fin a las murmuraciones y a las quejas de este pueblo en contra de ustedes».

Así que Moisés dio las instrucciones al pueblo de Israel, y cada uno de los doce jefes de las tribus, incluido Aarón, llevó una vara a Moisés. Entonces Moisés colocó las varas en la presencia del Señor en el tabernáculo del pacto. Al día siguiente, cuando Moisés entró en el tabernáculo del pacto, encontró que la vara de Aarón, que representaba a la tribu de Leví, ¡había retoñado, echado brotes, florecido y producido almendras maduras!

Después que Moisés sacó todas las varas de la presencia del Señor, las mostró al pueblo y cada hombre tomó su propia vara. Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Pon la vara de Aarón permanentemente delante del arca del pacto para que sirva de advertencia a los rebeldes. Esto deberá poner fin a las quejas contra mí y evitará más muertes». Y Moisés hizo lo que el Señor le ordenó.

NÚMEROS 16:1-17:11

  • ¿Qué quejas tenían Coré, Datán y Abiram? ¿A quién le dieron las quejas? ¿Acerca de quién se estaban quejando realmente?
  • ¿Qué les dijo Dios a Moisés y Aarón que hicieran? ¿Cuál fue la respuesta de ellos?
  • A causa de esta insurrección, ¿quién más empezó a quejarse? ¿Cuál fue la queja de ellos?
  • Compare cómo se ocupó el Señor de Coré con cómo lo hizo con toda la comunidad. ¿Qué papel desempeña Moisés? ¿Qué papel acepta Aarón?
  • Analice cómo resolvió Dios las murmuraciones y las quejas contra el liderazgo.
  • ¿Cuáles son las dos advertencias que surgen de estas rebeliones? ¿Cómo son conmemoradas?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Recuerde alguna oportunidad en la que haya sido criticado por su liderazgo, su posición o su autoridad. ¿Qué efecto tuvo la crítica sobre usted en lo personal? ¿Cómo afectó a quienes estaban en su entorno?
  • Ahora, acuérdese de alguna ocasión en la que usted se haya quejado del liderazgo, la posición o la autoridad de otro. ¿Cómo afectó a los demás? Mirando hacia atrás, ¿llegó a comprenderse mejor a usted mismo y a sus motivaciones?

Hagan todo sin quejarse y sin discutir, para que nadie pueda criticarlos. Lleven una vida limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta.

FILIPENSES 2:14-15

  • ¿Qué debe hacer respecto a las quejas y las discusiones? ¿Por qué?

AGUARDE Y REFLEXIONE

En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de este modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.

1 TIMOTEO 2:1-4

LLAMADOS A ASCENDER

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

El primer mes del año, toda la comunidad de Israel llegó al desierto de Zin y acampó en Cades. Mientras estaban allí, Miriam murió y la enterraron.

Ya que en ese lugar no había agua para que el pueblo bebiera, la gente se rebeló contra Moisés y Aarón. El pueblo culpó a Moisés y dijo: «¡Si tan solo hubiéramos muerto con nuestros hermanos delante del SEÑOR! ¿Por qué trajiste a la congregación del pueblo del SEÑOR a este desierto para morir, junto con todos nuestros animales? ¿Por qué nos obligaste a salir de Egipto y nos trajiste a este terrible lugar? ¡Esta tierra no tiene granos ni higos ni uvas ni granadas ni agua para beber!».

Entonces Moisés y Aarón se apartaron del pueblo y fueron a la entrada del tabernáculo, donde cayeron rostro en tierra. Allí la presencia gloriosa del SEÑOR se les apareció, y el SEÑOR le dijo a Moisés: «Tú y Aarón tomen la vara y reúnan a toda la comunidad. En presencia de todo el pueblo, háblale a la roca y de ella brotará agua. De la roca proveerás suficiente agua para satisfacer a toda la comunidad y a sus animales».

Así que Moisés hizo lo que se le dijo. Tomó la vara del lugar donde se guardaba en la presencia del Señor. Luego él y Aarón mandaron a llamar al pueblo a reunirse frente a la roca. «¡Escuchen, ustedes rebeldes! —gritó—. ¿Acaso debemos sacarles agua de esta roca?». Enseguida Moisés levantó su mano y golpeó la roca dos veces con la vara y el agua brotó a chorros. Así que toda la comunidad y sus animales bebieron hasta saciarse.

Sin embargo, el SEÑOR les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy!». Por eso este lugar se conoce como las aguas de Meriba (que significa «discusión») porque allí el pueblo de Israel discutió con el Señor y él demostró su santidad entre ellos.

Mientras Moisés estaba en Cades, envió embajadores al rey de Edom con el siguiente mensaje:

«Esto es lo que dicen tus parientes, los israelitas: tú sabes todas las dificultades por las que hemos pasado. Nuestros antepasados bajaron a Egipto y allí vivimos un largo tiempo. Los egipcios nos maltrataron brutalmente, tanto a nosotros como a nuestros antepasados; pero cuando clamamos al Señor, él nos oyó y nos envió un ángel que nos sacó de Egipto. Ahora estamos acampando en Cades, la ciudad en la frontera de tu territorio. Tendremos cuidado de no pasar por tus campos y viñedos, ni siquiera beberemos el agua de tus pozos. Seguiremos derecho por el camino real, sin desviarnos hasta que hayamos atravesado tu territorio».

Sin embargo, el rey de Edom dijo: «¡Quédense afuera de mi territorio o saldré a su encuentro con mi ejército».

Entonces los israelitas le contestaron: «Nos mantendremos en el camino principal. Si nuestros animales beben de tu agua, te la pagaremos. Solo permítenos atravesar tu territorio; es todo lo que pedimos».

Aun así, el rey de Edom respondió: «¡Quédense afuera! Ustedes no pueden pasar por nuestra tierra». Dicho esto, movilizó su ejército y salió contra ellos con una fuerza imponente. Y como Edom no les permitió a los israelitas atravesar su país, se vieron obligados a regresar.

Toda la comunidad israelita partió de Cades y llegó al monte Hor. Allí, en la frontera de la tierra de Edom, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Ha llegado el momento en que Aarón se reúna con sus antepasados al morir. Él no entrará en la tierra que le daré al pueblo de Israel, porque ustedes dos se rebelaron contra mis instrucciones con respecto al agua en Meriba. Lleva a Aarón y a su hijo Eleazar y suban al monte Hor. Ahí le quitarás las vestiduras sacerdotales a Aarón y se las pondrás a su hijo Eleazar. Aarón morirá allí y se reunirá con sus antepasados».

Así que Moisés hizo lo que el Señor le ordenó. Los tres subieron juntos al monte Hor, mientras toda la comunidad observaba. En la cumbre, Moisés le quitó las vestiduras sacerdotales a Aarón y se las puso a Eleazar, hijo de Aarón. Entonces Aarón murió en la cima de la montaña y Moisés y Eleazar descendieron. Cuando el pueblo se dio cuenta de que Aarón había muerto, todo Israel lloró por treinta días.

NÚMEROS 20

  • Describa el estado de ánimo del campamento. ¿Qué pasos dieron inmediatamente Moisés y Aarón?
  • Compare las órdenes que Dios les dio a Moisés y a Aarón con lo que estos dos hombres efectivamente hicieron. ¿Alguna conclusión?
  • ¿Qué instrucciones recibieron Moisés y Aarón cuando toda la comunidad llegó al monte Hor?
  • Contraste lo que hicieron Moisés y Aarón en esta oportunidad, con sus actos previos.
  • ¿Qué razones se dan para que Aarón no pueda entrar en la Tierra Prometida?
  • ¿Qué evidencia encuentra de que Dios cumplió la promesa que le había hecho a Aarón de que el sacerdocio se mantendría en su familia? ¿Cómo describiría a Aarón al final de su viaje?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cuáles son algunos de los motivos por los que no obedecemos órdenes?
  • ¿Cómo maneja usted sus desilusiones personales?

Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.

2 TIMOTEO 1:7

  • Cuando creemos en Jesús, ¿qué tenemos disponible para que podamos atravesar los dilemas y las decepciones de la vida?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.

HEBREOS 4:14-16

El guerrero

BUSQUE Y ENCUENTRE

EL INFORME DE UN ESPÍA

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

El Señor le dijo a Moisés: «Envía hombres a explorar la tierra de Canaán, la tierra que les daré a los israelitas. Envía un jefe de cada una de las doce tribus de sus antepasados». Entonces Moisés hizo lo que el Señor le ordenó y envió a doce hombres desde el campamento en el desierto de Parán, todos jefes de las tribus de Israel. Estas eran las tribus y los nombres de sus jefes:

Tribu
de Rubén

de Simeón
de Judá
de Isacar
de Efraín
de Benjamín
de Zabulón
de Manasés, hijo de José
de Dan
de Aser
de Neftalí
de Gad

Jefe
Samúa, hijo de Zacur

Safat, hijo de Hori
Caleb, hijo de Jefone
Igal, hijo de José
Oseas, hijo de Nun
Palti, hijo de Rafú
Gadiel, hijo de Sodi
Gadi, hijo de Susi
Amiel, hijo de Gemali
Setur, hijo de Micael
Nahbi, hijo de Vaspi
Geuel, hijo de Maqui

Estos son los nombres de los hombres que Moisés envió a explorar la tierra. (A Oseas, hijo de Nun, Moisés le dio el nombre de Josué).

NÚMEROS 13:1-16

  • La primera mención bíblica de Caleb se encuentra en este pasaje. ¿Quién era Caleb? ¿Qué posición tenía?
  • ¿Qué era necesario para ganar y mantener esta posición?

Lea el siguiente pasaje:

Moisés envió a los hombres a explorar la tierra y les dio las siguientes instrucciones: «Vayan al norte a través del Neguev hasta la zona montañosa. Fíjense cómo es la tierra y averigüen si sus habitantes son fuertes o débiles, pocos o muchos. Observen cómo es la tierra en que habitan. ¿Es buena o mala? ¿Viven en ciudades amuralladas o sin protección, a campo abierto? El terreno, ¿es fértil o estéril? ¿Abundan los árboles? Hagan todo lo posible por traer muestras de las cosechas que encuentren». (Era la temporada de la cosecha de las primeras uvas maduras).

Así que subieron y exploraron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, cerca de Lebo-hamat. Yendo al norte, atravesaron el Neguev y llegaron a Hebrón, donde vivían Ahimán, Sesai y Talmai, todos descendientes de Anac. (La antigua ciudad de Hebrón fue fundada siete años antes de la ciudad egipcia de Zoán). Cuando llegaron al valle de Escol, cortaron una rama con un solo racimo de uvas, tan grande ¡que tuvieron que transportarlo en un palo, entre dos! También llevaron muestras de granadas e higos. A ese lugar se le llamó el valle de Escol (que significa «racimo») por el racimo de uvas que los israelitas cortaron allí.

Después de explorar la tierra durante cuarenta días, los hombres regresaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad de Israel en Cades, en el desierto de Parán. Informaron a toda la comunidad lo que vieron y les mostraron los frutos que tomaron de la tierra. Este fue el informe que dieron a Moisés: «Entramos en la tierra a la cual nos enviaste a explorar y en verdad es un país sobreabundante, una tierra donde fluyen la leche y la miel. Aquí está la clase de frutos que allí se producen. Sin embargo, el pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas. ¡Hasta vimos gigantes allí, los descendientes de Anac! Los amalecitas viven en el Neguev y los hititas, los jebuseos y los amorreos viven en la zona montañosa. Los cananeos viven a lo largo de la costa del mar Mediterráneo y a lo largo del valle del Jordán».

Pero Caleb trató de calmar al pueblo que se encontraba ante Moisés.

—¡Vamos enseguida a tomar la tierra! —dijo—. ¡De seguro, podemos conquistarla!

Pero los demás hombres que exploraron la tierra con él, no estuvieron de acuerdo:

—¡No podemos ir contra ellos! ¡Son más fuertes que nosotros!

Entonces comenzaron a divulgar entre los israelitas el siguiente mal informe sobre la tierra: «La tierra que atravesamos y exploramos devorará a todo aquel que vaya a vivir allí. ¡Todos los habitantes que vimos son enormes! Hasta había gigantes, los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!».

NÚMEROS 13:17-33

  • ¿Qué instrucciones se les dio a los doce hombres? ¿Cuánto tiempo tuvieron para completar su misión?
  • ¿Qué encontraron los hombres? ¿Qué muestras llevaron de vuelta con ellos?
  • ¿De qué naturaleza fue el informe de los espías? ¿Cómo fue su actitud?
  • ¿Cuál fue el informe de Caleb? ¿En qué se diferenció su actitud?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Describa alguna ocasión en la que usted haya seguido a la multitud. ¿Cuál fue el resultado? ¿Qué aprendió?
  • Describa alguna ocasión en la que tuvo que defender su posición completamente solo, sin respaldo. ¿Cuál fue el resultado? ¿Cómo se sintió usted?

Oh Señor, a ti acudo en busca de protección; no permitas que me avergüencen. Sálvame y rescátame, porque tú haces lo que es correcto. Inclina tu oído para escucharme y ponme en libertad. Sé tú mi roca de seguridad, donde siempre pueda esconderme.

SALMO 71:1-3

  • ¿Por qué motivos no debemos tener miedo a defender nuestras ideas?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.

FILIPENSES 4:13

EL CONSEJO SABIO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Entonces toda la comunidad empezó a llorar a gritos y así continuó toda la noche. Sus voces se elevaron en una gran protesta contra Moisés y Aarón: «¡Si tan solo hubiéramos muerto en Egipto o incluso aquí en el desierto! —se quejaban—. ¿Por qué el Señor nos está llevando a esta tierra solo para que muramos en batalla? ¡A nuestras esposas y a nuestros hijos se llevarán como botín! ¿No sería mejor volvernos a Egipto?». Entonces, conspiraron entre ellos: «¡Escojamos a un nuevo líder y regresemos a Egipto!».

Entonces Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra ante toda la comunidad de Israel. Dos de los hombres que exploraron la tierra, Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Jefone, se rasgaron la ropa y dijeron a todo el pueblo de Israel: «¡La tierra que atravesamos y exploramos es maravillosa! Si el Señor se agrada de nosotros, él nos llevará a salvo a esa tierra y nos la entregará. Es una tierra fértil donde fluyen la leche y la miel. No se rebelen al Señor y no teman al pueblo de esa tierra. ¡Para nosotros son como presa indefensa! ¡Ellos no tienen protección, pero el Señor está con nosotros! ¡No les tengan miedo!».

Sin embargo, toda la comunidad empezó a decir que apedrearan a Josué y a Caleb. Entonces la gloriosa presencia del Señor se apareció a todos los israelitas en el tabernáculo. Y el Señor le dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo me despreciará este pueblo? ¿Nunca me creerán, aun después de todas las señales milagrosas que hice entre ellos? Negaré que son míos y los destruiré con una plaga. ¡Luego te convertiré en una nación grande y más poderosa que ellos!».

Pero Moisés respondió:

—¿Qué pensarán los egipcios cuando oigan acerca de esto? —le preguntó al Señor—. Ellos saben muy bien cómo demostraste tu poder cuando rescataste a tu pueblo de Egipto. Si ahora los destruyes, entonces los egipcios lo informarán a los habitantes de esta tierra, los cuales ya escucharon que vives en medio de tu pueblo. Ellos saben, Señor, que te apareciste a tu pueblo cara a cara y que tu columna de nube se mantiene en el aire sobre ellos. Saben que de día vas delante de ellos en la columna de nube y por la noche en la columna de fuego. Así que si ahora matas al pueblo de un solo golpe, las naciones que han oído acerca de tu fama dirán: «Como el Señor no pudo llevarlos a la tierra que juró darles, los mató en el desierto».

NÚMEROS 14:1-16

  • Describa el ambiente del campamento después de los informes de los espías. ¿Qué planes propuso la gente?
  • Cuando Moisés y Aarón cayeron con el rostro en tierra, ¿qué palabras reconfortantes ofrecieron Caleb y Josué? ¿Qué advertencia dieron?
  • ¿Qué cosa demostró específicamente la fe de Caleb y de Josué?
  • ¿Cómo respondió el pueblo a las advertencias?
  • Describa la respuesta de Dios al comportamiento del pueblo.

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Hable de alguna ocasión en la que haya sido mediador. ¿Por qué es un hecho memorable?
  • ¿Qué consejo brindó? ¿Cuál fue el resultado?

Los que desprecian el consejo buscan problemas; los que respetan un mandato tendrán éxito. La instrucción de los sabios es como una fuente que da vida; los que la aceptan evitan las trampas de la muerte.

PROVERBIOS 13:13-14

  • Aplique estos versículos a Caleb y a los israelitas. Aplíquelos a sí mismo.

AGUARDE Y REFLEXIONE

Camina con los sabios y te harás sabio; júntate con los necios y te meterás en dificultades.

PROVERBIOS 13:30

DIOS VE

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

[Moisés dijo:] «Por favor, Señor, demuestra que tu poder es tan grande como lo has declarado. Como lo has dicho: “El Señor es lento para enojarse y está lleno de amor inagotable y perdona toda clase de pecado y rebelión; pero no absuelve al culpable. Él extiende los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia se ve afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación”. En conformidad con tu magnífico e inagotable amor, por favor, perdona los pecados de este pueblo, así como lo has perdonado desde que salió de Egipto».

Entonces el Señor le dijo:

—Los perdonaré como me lo pides. Pero tan cierto como que yo vivo y tan cierto como que la tierra está llena de la gloria del Señor, ni uno solo de este pueblo entrará jamás en esa tierra. Todos vieron mi gloriosa presencia y las señales milagrosas que realicé, tanto en Egipto como en el desierto, pero vez tras vez me han probado, rehusando escuchar mi voz. Ni siquiera verán la tierra que juré dar a sus antepasados. Ninguno de los que me trataron con desdén la verá. Sin embargo, mi servidor Caleb tiene una actitud diferente a los demás. Él se ha mantenido fiel a mí, por lo tanto, yo lo llevaré a la tierra que él exploró. Sus descendientes tomarán posesión de la porción de la tierra que les corresponde. Ahora bien, den la vuelta y no sigan hacia la tierra donde habitan los amalecitas y los cananeos. Mañana deberán partir al desierto en dirección del mar Rojo.

NÚMEROS 14:17-25

  • Enumere todo lo que ha aprendido sobre el carácter de Dios analizando la oración de Moisés.
  • ¿Qué le dice esta oración acerca de Moisés?
  • ¿Cuál es, ahora, el plan de Dios para el pueblo? ¿Por qué?
  • ¿Qué indicación nueva le fue impartida al pueblo?
  • ¿Cómo describe Dios a Caleb?
  • ¿Cuál es el plan de Dios para Caleb y su familia?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿A quién recurre usted cuando está en crisis? ¿Por qué?
  • ¿Qué revela esto sobre usted?
  • ¿Cómo cree que Dios lo describiría a usted?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia sea desarrollada plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.

SANTIAGO 1:2-4

LAS CONSECUENCIAS COLATERALES

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «¿Hasta cuándo debo tolerar esta perversa comunidad y sus quejas en mi contra? Sí, he oído las quejas que los israelitas tienen contra mí. Ahora bien, díganles lo siguiente: tan cierto como que yo vivo, declara el Señor, haré con ustedes precisamente lo que les oí decir. ¡Todos caerán muertos en el desierto! Ya que se quejaron en contra de mí, cada uno de los registrados que tiene veinte años o más morirá. No entrarán a ocupar la tierra que yo juré darles, excepto Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun.

»Ustedes dijeron que sus niños serán llevados como botín. Pues bien, yo me ocuparé de que entren a salvo a esa tierra y que disfruten lo que ustedes despreciaron. Pero en cuanto a ustedes, caerán muertos en este desierto. Sus hijos serán como pastores que vagarán por el desierto durante cuarenta años y de esa manera, ellos pagarán por la infidelidad de ustedes, hasta que el último de ustedes caiga muerto en el desierto.

»Puesto que sus hombres exploraron la tierra durante cuarenta días, ustedes andarán vagando en el desierto por cuarenta años —un año por cada día —y así sufrirán las consecuencias de sus pecados. Entonces sabrán lo que es tenerme como enemigo. ¡Yo, el Señor, he hablado! Sin falta, haré todas estas cosas a cada miembro de la comunidad que conspiró contra mí. ¡Serán destruidos en este desierto, y aquí morirán!».

Entonces los diez hombres que Moisés envió a explorar la tierra —que por sus malos informes incitaron la rebelión contra el Señor— fueron heridos de muerte por una plaga delante del Señor. De los doce que exploraron la tierra, solo Josué y Caleb siguieron vivos.

Después, cuando Moisés comunicó las palabras del Señor a todos los israelitas, se llenaron de profundo dolor. Así que a la mañana siguiente se levantaron temprano y subieron a la parte alta de las colinas. «¡Vamos! —dijeron—. Reconocemos que hemos pecado, pero ahora estamos listos para entrar en la tierra que el Señor nos prometió».

Pero Moisés les dijo: «¿Por qué desobedecen ahora las órdenes del Señor de volver al desierto? No les dará resultado. No suban ahora a la tierra. Lo único que sucederá es que sus enemigos los aplastarán porque el Señor no está con ustedes. Cuando enfrenten a los amalecitas y a los cananeos en batalla, serán masacrados. El Señor los abandonará porque ustedes abandonaron al Señor».

Sin embargo, el pueblo avanzó con insolencia hacia la zona montañosa, aunque ni Moisés ni el arca del pacto del Señor salieron del campamento.

NÚMEROS 14:26-44

Analice el campamento desde la perspectiva de Dios.

  • ¿Qué aprendió acerca del pueblo en este punto?
  • ¿Qué consecuencias sufrieron los doce espías? ¿Qué excepciones se realizaron?
  • ¿Qué consecuencias recayeron sobre todo el campamento, sin excepciones?
  • ¿Qué advertencias le hizo Moisés al pueblo? ¿Cómo reaccionó el pueblo?
  • ¿Qué revela esto sobre la relación que tenían los israelitas con Moisés y con Dios?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Relate alguna ocasión en la que haya tenido que vivir con las consecuencias de lo que hizo otra persona. ¿Cómo se sintió?
  • Comparta alguna situación en la que le fueron perdonadas las consecuencias que usted merecía. ¿Cómo se sintió al respecto?

Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.

HEBREOS 12:11

  • ¿Qué aprendemos sobre la disciplina en este versículo? ¿Cuáles son las condiciones para la «cosecha»?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo. Más bien, dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.

ROMANOS 12:1-2

LA PROMESA CUMPLIDA

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, el Señor habló a Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés. Le dijo: «Mi siervo Moisés ha muerto. Por lo tanto, ha llegado el momento de que guíes a este pueblo, a los israelitas, a cruzar el río Jordán, y a entrar en la tierra que les doy. Te prometo a ti lo mismo que le prometí a Moisés: “Dondequiera que pongan los pies los israelitas, estarán pisando la tierra que les he dado: desde el desierto del Neguev, al sur, hasta las montañas del Líbano, al norte; desde el río Éufrates, al oriente, hasta el mar Mediterráneo, al occidente, incluida toda la tierra de los hititas”. Nadie podrá hacerte frente mientras vivas. Pues yo estaré contigo como estuve con Moisés. No te fallaré ni te abandonaré».

JOSUÉ 1:1-5

  • ¿Quién sucedió a Moisés como líder del campamento? ¿Qué es lo importante de este hecho?

Lea el siguiente pasaje:

Cuando Josué ya era anciano, el Señor le dijo: «Estás envejeciendo y todavía queda mucha tierra por conquistar. Aún faltan todas las regiones de los filisteos y de los gesureos, y el territorio más extenso de los cananeos.

[…] »Yo mismo iré expulsando a esos pueblos de la tierra del paso de los israelitas. Así que asegúrate de darle esta tierra a Israel como una preciada posesión, tal como te lo ordené. Incluye todo este territorio como posesión de Israel cuando repartas la tierra entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés».

[…] Una delegación de la tribu de Judá, dirigida por Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, se presentó ante Josué, quien estaba en Gilgal. Caleb le dijo a Josué: «Recuerda lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí cuando estábamos en Cades-barnea. Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades-barnea a que explorara la tierra de Canaán. Regresé y di un informe objetivo de lo que vi, pero los hermanos que me acompañaron asustaron tanto al pueblo que nadie quería entrar en la Tierra Prometida. Por mi parte, seguí al Señor mi Dios con todo mi corazón. Así que, ese día, Moisés me prometió solemnemente: “La tierra de Canaán, por donde recién caminaste, será tu porción de tierra y la de tus descendientes para siempre, porque seguiste al Señor mi Dios con todo tu corazón”.

»Ahora, como puedes ver, en todos estos cuarenta y cinco años desde que Moisés hizo esa promesa, el Señor me ha mantenido con vida y buena salud tal como lo prometió, incluso mientras Israel andaba vagando por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años. Estoy tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y pelear tan bien como lo hacía entonces. Así que dame la zona montañosa que el Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a los descendientes de Anac, que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como el Señor dijo».

Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón como su asignación de tierra. Hebrón todavía pertenece a los descendientes de Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, porque él siguió al Señor, Dios de Israel, con todo su corazón. (Antiguamente Hebrón se llamaba Quiriat-arba. Llevaba el nombre de Arba, un gran héroe de los descendientes de Anac).

Y la tierra descansó de la guerra.

JOSUÉ 13:1-3, 6-7; 14:6-15

  • ¿Cómo abordó Caleb a Josué para hablarle de la promesa de Moisés?
  • Mientras Caleb exponía su caso, ¿qué ofreció como evidencia pasada, presente y futura?
  • ¿Cómo respondió Josué a la petición de Caleb?
  • ¿Qué declaración sobre Dios hace Caleb que es similar a la de Moisés?
  • ¿Qué razón se menciona para la herencia de Caleb? ¿Qué le dice esto a usted sobre la relación de Caleb con Dios?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cómo aborda usted a las personas cuando les hace recordar una promesa? ¿Cómo ha resultado eso?
  • ¿Cómo reaccionó usted cuando alguien lo abordó en relación con una promesa que usted hizo?

Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.

SANTIAGO 1:5

  • ¿Qué consejo brinda este versículo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.

SANTIAGO 1:12

EL LEGADO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron al Señor:

—¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a los cananeos?

El Señor contestó:

—Judá, porque yo le he dado la victoria sobre la tierra.

[…] Judá marchó contra los cananeos en Hebrón (antiguamente llamada Quiriat-arba) y derrotó a las fuerzas de Sesai, Ahimán y Talmai.

De allí salieron a luchar contra los habitantes de la ciudad de Debir (antiguamente llamada Quiriat-sefer). Caleb dijo: «Daré a mi hija Acsa en matrimonio al que ataque y tome Quiriat-sefer». Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb, fue quien conquistó la ciudad; así que Acsa pasó a ser esposa de Otoniel.

Cuando Acsa se casó con Otoniel, ella insistió en que él le pidiera un campo a Caleb, su padre. Mientras ella se bajaba de su burro, Caleb le preguntó:

—¿Qué te pasa?

Ella contestó:

—Concédeme otro obsequio. Ya me regalaste tierras en el Neguev; ahora te ruego que también me des manantiales.

JUECES 1:1-2; 10-15

  • Después de la muerte de Josué, la tribu de Judá fue seleccionada para dirigir la conquista del territorio cananeo. ¿Quién fue el líder tribal? ¿Qué importancia encuentra en esto?
  • ¿Qué incentivo le ofrece Caleb al hombre que ataque y conquiste Quiriat-sefer?
  • ¿Quién logra esta proeza? ¿Cómo cumple Caleb su palabra?
  • ¿Cómo describiría la relación de Caleb con su hija? ¿Qué similitudes ve entre ambos?

Lea el siguiente pasaje:

Después de que murieron todos los de esa generación, creció otra que no conocía al Señor ni recordaba las cosas poderosas que él había hecho por Israel.

Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor y sirvieron a las imágenes de Baal. Abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, quien los había sacado de Egipto. Siguieron y rindieron culto a otros dioses —los dioses de los pueblos vecinos— y así provocaron el enojo del Señor. Abandonaron al Señor para servir a Baal y a las imágenes de Astoret. […]

Entonces el Señor levantó jueces para rescatar a los israelitas de la mano de sus agresores.

[…] Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor. Se olvidaron del Señor su Dios y sirvieron a las imágenes de Baal y a los postes dedicados a la diosa Asera. Entonces el Señor ardió de enojo contra Israel y lo entregó en manos de Cusán-risataim, rey de Aram-naharaim. Y los israelitas sirvieron a Cusán-risataim durante ocho años.

Pero cuando el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda, el Señor levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb. El Espíritu del Señor vino sobre él, y comenzó a ser juez de Israel. Entró en guerra contra Cusán-risataim, rey de Aram, y el Señor le dio la victoria sobre él. Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años. Luego murió Otoniel, hijo de Cenaz.

JUECES 2:10-13, 16; 3:7-11

  • ¿Qué sucedió después de que la generación de Josué y Caleb murió? ¿Qué hizo Dios para ayudar al pueblo?
  • ¿Quién fue el primer juez de Israel y cómo llegó a ser juez? ¿Qué similitudes (si es que las hay) encuentra entre él y Caleb?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cuál es el atributo más destacado de Caleb? ¿Por qué piensa eso?
  • ¿De qué formas se identifica usted con Caleb? ¿Qué ha aprendido sobre usted mismo a partir de este estudio?
  • ¿Qué ha aprendido sobre Dios de las experiencias de Caleb?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza. No dejen de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo que oyeron de mis labios y vieron que hice. Entonces el Dios de paz estará con ustedes.

FILIPENSES 4:8-9

CALEB, EL GUERRERO

Caleb solía desesperarse por su incapacidad para obedecer la ley que Dios le había dado a Su pueblo. Cientos de años después, el apóstol Pablo hablaría de esta misma lucha:

«Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí. ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor».

ROMANOS 7:22-25

Es interesante que haya paralelos entre la vida de Caleb y la de Jesús:

CALEB

  • Un derecho de nacimiento cuestionable
  • De la tribu de Judá
  • Soportó consecuencias injustas como resultado de los actos de los demás
  • Héroe de guerra de Judá
  • Comprometido a completar su misión: despejar la tierra de los enemigos para que el pueblo de Dios pudiera vivir en ella
  • Comandante del ejército de Israel, peleando por Dios y por su familia
  • Creyó y confió en la Palabra de Dios
  • Un guerrero de oración armado para la batalla

JESÚS

  • Un derecho de nacimiento cuestionable
  • De la tribu de Judá (Apocalipsis 5:5)
  • Soportó una ejecución injusta como consecuencia de nuestros actos (2 Corintios 5:21)
  • El León de Judá (Apocalipsis 5:5)
  • Comprometido a completar Su misión: limpiar nuestra vida del pecado para que Dios mismo pueda vivir en nosotros (Juan 6:56)
  • Comandante de los ejércitos celestiales, peleando nuestras batallas espirituales (Apocalipsis 19:11-16)
  • Es la Palabra de Dios (Juan 1:1)
  • Es nuestra armadura e intercede por nosotros (Efesios 6:10-18; Hebreos 7:24-25).

La misma armadura que protegió espiritualmente a Caleb está disponible para nosotros hoy. En su carta a los cristianos de Éfeso, el apóstol Pablo escribió:

Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.

Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la Palabra de Dios.

Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.

EFESIOS 6:10-18

El príncipe

BUSQUE Y ENCUENTRE

FIEL A DIOS

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

«Pero cuando tuvieron miedo de Nahas, rey de Amón, vinieron a mí y dijeron que querían un rey para que gobernara sobre ustedes, aun cuando el Señor su Dios ya era su rey. Está bien, aquí está el rey que han escogido. Ustedes lo pidieron y el Señor se lo concedió.

»Ahora, si ustedes temen al Señor y lo adoran, si escuchan su voz y no se rebelan contra sus mandatos, entonces tanto ustedes como su rey demostrarán que reconocen al Señor como su Dios. Pero si se rebelan contra los mandatos del Señor y rehúsan escucharlo, entonces su mano será tan dura con ustedes como ha sido con sus antepasados. […]

»En cuanto a mí, ciertamente no pecaré contra el Señor al dejar de orar por ustedes. Y seguiré enseñándoles lo que es bueno y correcto. Por su parte, asegúrense de temer al Señor y de servirlo fielmente. Piensen en todas las cosas maravillosas que él ha hecho por ustedes. Pero si siguen pecando, ustedes y su rey serán destruidos. […]

Saúl tenía treinta años cuando subió al trono, y reinó durante cuarenta y dos años.

Saúl eligió a tres mil soldados selectos del ejército de Israel y mandó a los demás hombres a casa. Llevó consigo a dos mil hombres escogidos a Micmas y a la zona montañosa de Betel. Los otros mil fueron con Jonatán, el hijo de Saúl, a Guibeá en la tierra de Benjamín.

Poco tiempo después, Jonatán atacó y derrotó la guarnición de los filisteos en Geba. La noticia corrió rápidamente entre los filisteos. Entonces Saúl tocó el cuerno de carnero por toda la tierra, y dijo: «¡Hebreos, escuchen esto! ¡Levántense! ¡Sublévense!». Así que todo Israel oyó la noticia que Saúl había destruido la guarnición filistea en Geba y que ahora los filisteos odiaban a los israelitas más que nunca. Entonces todo el ejército israelita fue llamado a unirse a Saúl en Gilgal.

Los filisteos reunieron un ejército poderoso de tres mil carros de guerra, seis mil hombres para conducirlos, y ¡tantos guerreros como los granos de arena a la orilla del mar! Acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. Los hombres de Israel vieron el gran aprieto en el que se encontraban y, como estaban fuertemente presionados por el enemigo, trataron de esconderse en cuevas, matorrales, rocas, hoyos y cisternas. Algunos cruzaron el río Jordán y escaparon a la tierra de Gad y de Galaad.

Mientras tanto, Saúl se quedó en Gilgal, y sus hombres temblaban de miedo. Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel, pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar, de modo que ordenó: «¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz!». Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada.

Precisamente cuando Saúl terminaba de sacrificar la ofrenda quemada, llegó Samuel. Saúl salió a recibirlo, pero Samuel preguntó:

—¿Qué has hecho?

Saúl le contestó:

—Vi que mis hombres me abandonaban, y que tú no llegabas cuando prometiste, y que los filisteos ya están en Micmas, listos para la batalla. Así que dije: «¡Los filisteos están listos para marchar contra nosotros en Gilgal, y yo ni siquiera he pedido ayuda al Señor!». De manera que me vi obligado a ofrecer yo mismo la ofrenda quemada antes de que tú llegaras.

—¡Qué tontería! —exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el Señor tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el Señor habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre. Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el Señor ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El Señor ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del Señor.

1 SAMUEL 12:12-15, 23-25; 13:1-14

  • Enumere las advertencias que Samuel proclamó en la coronación de Saúl.
  • ¿Quién más, aparte de Saúl, habría escuchado estas exhortaciones?
  • ¿Qué acciones llevó a cabo Saúl?
  • ¿Qué le dijo Samuel? Haga una lista con los temas concretos.
  • ¿Cómo afectaría esto a Jonatán, el hijo de Saúl?
  • ¿Qué efecto podría haber causado este tipo de información en la actitud que Jonatán tuvo con Dios? ¿Y con su padre?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Piense en alguien a quien usted admiraba y que tomó decisiones equivocadas que lo afectaron a usted y a su futuro. ¿Cuál fue el resultado?
  • ¿Cuál fue (o es) su actitud hacia esa persona? ¿Y hacia Dios?

Los que están atentos a la instrucción prosperarán; los que confían en el Señor se llenarán de gozo.

PROVERBIOS 16:20

  • ¿Qué consejo se brinda en este versículo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan. No se emborrachen con vino, porque eso les arruinará la vida. En cambio, sean llenos del Espíritu Santo.

EFESIOS 5:15-18

EL SIERVO FIEL

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Cierto día, Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, vamos a donde está la avanzada de los filisteos». Pero Jonatán no le dijo a su padre lo que pensaba hacer.

Mientras tanto, Saúl y sus seiscientos hombres acamparon en las afueras de Guibeá alrededor del árbol de granadas de Migrón. Entre los hombres de Saúl estaba Ahías, el sacerdote, que vestía el efod, el chaleco sacerdotal. Ahías era hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote del Señor que había servido en Silo.

Nadie se dio cuenta de que Jonatán había dejado el campamento israelita. Para llegar al puesto de avanzada de los filisteos, Jonatán tuvo que descender de entre dos peñascos llamados Boses y Sene. Un peñasco estaba al norte, frente a Micmas; el otro estaba al sur, delante de Geba.

—Crucemos hasta la avanzada de esos paganos —le dijo Jonatán a su escudero—. Tal vez el Señor nos ayude, porque nada puede detener al Señor. ¡Él puede ganar la batalla ya sea que tenga muchos guerreros o solo unos cuantos!

—Haz lo que mejor te parezca —respondió el escudero—. Estoy contigo, decidas lo que decidas.

—Muy bien —le dijo Jonatán—. Cruzaremos y dejaremos que nos vean. Si nos dicen: “Quédense donde están o los mataremos”, entonces nos detendremos y no subiremos hacia ellos. Pero si nos dicen: “Suban y peleen”, entonces subiremos. Esa será la señal del Señor de que nos ayudará a derrotarlos.

Cuando los filisteos vieron que se acercaban, gritaron: «¡Miren, los hebreos salen de sus escondites!». Entonces los hombres de la avanzada le gritaron a Jonatán: «¡Suban aquí y les daremos una lección!».

«Vamos, sube detrás de mí —le dijo Jonatán a su escudero—, ¡porque el Señor nos ayudará a derrotarlos!».

Así que escalaron usando pies y manos. Entonces, los filisteos caían ante Jonatán, y su escudero mataba a los que venían por detrás. Mataron a unos veinte hombres en total, y sus cuerpos quedaron dispersos en un espacio de cuarta hectárea.

De repente, el ejército de los filisteos se llenó de pánico, tanto los que estaban en el campamento como los que estaban en el campo, hasta las avanzadas y los destacamentos de asalto. Y en ese preciso momento hubo un terremoto, y todos quedaron aterrorizados.

Entonces los centinelas de Saúl en Guibeá de Benjamín vieron algo muy extraño: el inmenso ejército filisteo comenzó a dispersarse en todas direcciones. «Pasen lista y averigüen quién falta», ordenó Saúl. Y cuando hicieron el recuento, descubrieron que Jonatán y su escudero no estaban.

Entonces Saúl le gritó a Ahías: «¡Trae el efod aquí!». Pues en ese tiempo Ahías llevaba puesto el efod delante de los israelitas. Pero mientras Saúl hablaba con el sacerdote, la confusión en el campamento de los filisteos era cada vez más fuerte. Entonces Saúl le dijo al sacerdote: «No importa, ¡vamos ya!».

Enseguida Saúl y sus hombres corrieron a la batalla y encontraron que los filisteos estaban matándose unos a otros. Había una terrible confusión en todas partes. Aun los hebreos, que anteriormente se habían unido al ejército filisteo, se rebelaron y se unieron a Saúl, a Jonatán y al resto de los israelitas. De igual manera, los hombres de Israel que estaban escondidos en la zona montañosa de Efraín, cuando vieron que los filisteos huían, se unieron a la persecución. Así que en ese día el Señor salvó a Israel, y la recia batalla se extendió aún más allá de Bet-avén.

1 SAMUEL 14:1-23

  • Describa lo que aprendió de Jonatán en este pasaje.
  • ¿Quién o qué fue el origen de la hazaña temeraria de Jonatán?
  • ¿Cómo honró Dios la fe de Jonatán?
  • ¿Dónde estaban Saúl y el resto del ejército? ¿Qué estaban haciendo?
  • ¿Cuál fue la reacción de Saúl a este acontecimiento? ¿Qué hizo?
  • ¿Qué hizo Dios por todo Israel aquel día?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Relate alguna ocasión en la que se metió de lleno en su trabajo, en su congregación, en su familia o en algún otro círculo de influencia para hacer algo que otros no creían que fuera posible. ¿Cuál fue el resultado? ¿Quién o qué lo motivó?
  • ¿Se considera usted un siervo fiel? ¿Por qué sí o por qué no?

El nombre del Señor es una fortaleza firme; los justos corren a él y quedan a salvo.

PROVERBIOS 18:10

  • ¿Qué les ofrece Dios a los que corren a buscar su ayuda?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Entonces Jesús les dijo: «Les digo la verdad, si tienen fe y no dudan, pueden hacer cosas como esa y mucho más. Hasta pueden decirle a esta montaña: “Levántate y échate al mar”, y sucederá. Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si tienen fe la recibirán».

MATEO 21:21-22

EL AMIGO FIEL

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Al observar a David pelear contra el filisteo, Saúl le preguntó a Abner, el comandante de su ejército:

—Abner, ¿quién es el padre de este muchacho?

—En realidad no lo sé —declaró Abner.

—Bueno, ¡averigua quién es! —le dijo el rey.

Tan pronto como David regresó de matar a Goliat, Abner lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo todavía en la mano.

—Dime quién es tu padre, muchacho —le dijo Saúl.

—Su nombre es Isaí, y vivimos en Belén —contestó David.

Después de que David terminó de hablar con Saúl, conoció a Jonatán, el hijo del rey. De inmediato se creó un vínculo entre ellos, pues Jonatán amó a David como a sí mismo. A partir de ese día, Saúl mantuvo a David con él y no lo dejaba volver a casa. Jonatán hizo un pacto solemne con David, porque lo amaba tanto como a sí mismo. Para sellar el pacto quitó su manto y se lo dio a David junto con su túnica, su espada, su arco y su cinturón.

Todo lo que Saúl le pedía a David que hiciera, él lo hacía con éxito. Como resultado, Saúl lo hizo comandante sobre los hombres de guerra, un nombramiento que fue bien recibido tanto por el pueblo como por los oficiales de Saúl.

Cuando el ejército de Israel regresaba triunfante después de que David mató al filisteo, mujeres de todas las ciudades de Israel salieron para recibir al rey Saúl. Cantaron y danzaron de alegría con panderetas y címbalos.

Este era su canto:

«Saúl mató a sus miles,

¡y David, a sus diez miles!».

Esto hizo que Saúl se enojara mucho. «¿Qué es esto? —dijo—. Le dan crédito a David por diez miles y a mí solamente por miles. ¡Solo falta que lo hagan su rey!». Desde ese momento, Saúl miró con recelo a David. […]

Saúl les dijo a sus siervos y a su hijo Jonatán que asesinaran a David; pero Jonatán, debido a su profundo cariño por David, le contó acerca de los planes de su padre. «Mañana por la mañana —lo previno—, deberás encontrar un lugar donde esconderte en el campo. Yo le pediré a mi padre que vaya allí conmigo y le hablaré de ti. Luego te informaré todo lo que pueda averiguar».

A la mañana siguiente, Jonatán habló con su padre acerca de David, diciéndole muchas cosas buenas de él.

—El rey no debe pecar contra su siervo David —le dijo Jonatán—. Él nunca ha hecho nada para dañarte. Siempre te ha ayudado en todo lo que ha podido. ¿Te has olvidado de aquella vez cuando arriesgó su vida para matar al gigante filisteo y de cómo el Señor le dio, como resultado, una gran victoria a Israel? Ciertamente estabas muy contento en aquel entonces. ¿Por qué habrías de matar a un hombre inocente como David? ¡No hay ningún motivo en absoluto!

Así que Saúl escuchó a Jonatán y juró:

—Tan cierto como que el Señor vive, David no será muerto.

Después Jonatán llamó a David y le contó lo que había sucedido. Luego, lo llevó ante Saúl, y David sirvió en la corte igual que antes.

1 SAMUEL 17:55–18:9; 19:1-7

  • ¿Cuáles fueron las circunstancias en torno a la presentación de Jonatán a David?
  • ¿Cuál fue la reacción de Jonatán ante David?
  • ¿Cómo reaccionó Saúl ante David?
  • Analice la audacia de Jonatán al oponerse a su padre por el bien de su amigo.
  • Enumere las consideraciones que Jonatán le expuso a su padre en relación a David. ¿Qué tan efectivo fue su enfoque?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • Comparta alguna ocasión en la que haya experimentado una amistad inmediata. ¿Todavía está cerca de esa persona?
  • ¿Alguna de sus amistades le ha generado conflictos con sus familiares? Si así fue, ¿qué medidas tomó para resolver el conflicto? ¿Cuál fue el resultado?

Hay quienes parecen amigos pero se destruyen unos a otros; el amigo verdadero se mantiene más leal que un hermano.

PROVERBIOS 18:24

  • ¿Cómo definiría a los amigos en este versículo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas. Del mismo modo, si dos personas se recuestan juntas, pueden brindarse calor mutuamente; pero ¿cómo hace uno solo para entrar en calor? Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente.

ECLESIASTÉS 4:9-12

EL LÍDER FIEL

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje que fue cubierto en el último estudio:

Saúl les dijo a sus siervos y a su hijo Jonatán que asesinaran a David; pero Jonatán, debido a su profundo cariño por David, le contó acerca de los planes de su padre. «Mañana por la mañana —lo previno—, deberás encontrar un lugar donde esconderte en el campo. Yo le pediré a mi padre que vaya allí conmigo y le hablaré de ti. Luego te informaré todo lo que pueda averiguar».

A la mañana siguiente, Jonatán habló con su padre acerca de David, diciéndole muchas cosas buenas de él.

—El rey no debe pecar contra su siervo David —le dijo Jonatán—. Él nunca ha hecho nada para dañarte. Siempre te ha ayudado en todo lo que ha podido. ¿Te has olvidado de aquella vez cuando arriesgó su vida para matar al gigante filisteo y de cómo el Señor le dio, como resultado, una gran victoria a Israel? Ciertamente estabas muy contento en aquel entonces. ¿Por qué habrías de matar a un hombre inocente como David? ¡No hay ningún motivo en absoluto!

Así que Saúl escuchó a Jonatán y juró:

—Tan cierto como que el Señor vive, David no será muerto.

Después Jonatán llamó a David y le contó lo que había sucedido. Luego, lo llevó ante Saúl, y David sirvió en la corte igual que antes.

1 SAMUEL 19:1-7

  • En este pasaje, ¿qué habilidades y atributos de líder exhibe Jonatán?

Lea el siguiente pasaje:

Ahora bien, ese día los hombres de Israel quedaron agotados porque Saúl los había puesto bajo juramento diciendo: «Que caiga una maldición sobre cualquiera que coma antes del anochecer, antes de que me vengue por completo de mis enemigos». De manera que nadie comió nada en todo el día, aun cuando en el suelo del bosque todos habían encontrado panales de miel. Así que no se atrevieron a tocar la miel por miedo al juramento que habían hecho.

Pero Jonatán no había escuchado la orden de su padre, y metió la punta de su vara en un panal y comió la miel. Después de haberla comido, cobró nuevas fuerzas. Pero uno de los hombres lo vio y le dijo:

—Tu padre obligó al ejército que hiciera un juramento estricto que cualquiera que comiera algún alimento hoy sería maldito. Por eso todos están cansados y desfallecidos.

—¡Mi padre nos ha creado dificultades a todos! —exclamó Jonatán—. Una orden como esa solo puede causarnos daño. ¡Miren cómo he cobrado nuevas fuerzas después de haber comido un poco de miel! Si a los hombres se les hubiera permitido comer libremente del alimento que encontraran entre nuestros enemigos, ¡imagínense a cuántos filisteos más habríamos podido matar! […]

Después Saúl dijo:

—Persigamos a los filisteos toda la noche y saqueemos sus bienes hasta el amanecer. Destruyamos hasta el último hombre.

Sus hombres respondieron:

—Haremos lo que mejor te parezca.

Pero el sacerdote dijo:

—Primero consultemos a Dios.

Entonces Saúl le preguntó a Dios:

—¿Debemos perseguir a los filisteos? ¿Nos ayudarás a derrotarlos?

Pero Dios no respondió ese día.

Entonces Saúl les dijo a los líderes:

—¡Algo anda mal! Que vengan aquí todos los comandantes de mi ejército. Debemos descubrir qué pecado se ha cometido hoy. Juro por el nombre del Señor, quien rescató a Israel, que el pecador morirá, ¡aun si fuera mi propio hijo Jonatán!

Pero nadie se atrevía a decirle cuál era el problema.

Entonces Saúl dijo:

—Jonatán y yo nos pondremos aquí, y todos ustedes se pondrán allá.

Y el pueblo respondió a Saúl:

—Lo que mejor te parezca.

Entonces Saúl oró:

—Oh Señor, Dios de Israel, por favor, muéstranos quién es culpable y quién es inocente.

Entonces hicieron un sorteo sagrado, y Jonatán y Saúl fueron señalados como culpables, y los demás declarados inocentes.

Después Saúl dijo:

—Ahora hagan otro sorteo para señalar si es Jonatán o soy yo.

Entonces, Jonatán fue indicado como el culpable.

—Dime lo que has hecho —le preguntó Saúl a Jonatán.

—Probé un poco de miel —admitió Jonatán—. Fue solo un poco en la punta de mi vara. ¿Merece eso la muerte?

—Sí, Jonatán —dijo Saúl—, ¡debes morir! Que Dios me castigue e incluso me mate si no mueres por esto.

Pero la gente intervino y le dijo a Saúl:

—Jonatán ganó esta gran victoria para Israel. ¿Debe morir? ¡De ningún modo! Tan cierto como que el Señor vive, que ni un solo cabello de su cabeza será tocado, porque hoy Dios lo ayudó a hacer esta gran proeza.

De modo que la gente salvó a Jonatán de la muerte.

Entonces Saúl llamó a su ejército y no persiguieron más a los filisteos, y los filisteos volvieron a sus casas.

1 SAMUEL 14:24-30, 36-46

  • ¿Qué aprendemos sobre las habilidades de Jonatán como líder a partir de este pasaje?
  • Contraste la relación de Jonatán con el pueblo y la de su padre con el pueblo.
  • Compare a Jonatán y a Saúl en función a la sabiduría y la lógica.
  • ¿Cuánto valía Jonatán para su padre?
  • ¿Cómo valoraba la gente a Jonatán? ¿Cómo lo manifestaron?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cómo lo perciben sus pares? ¿Y las personas que tienen autoridad sobre usted?
  • ¿Qué capacidades como líder tiene usted? ¿Las ha puesto a disposición de Dios?

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna.

SALMO 139:23-34

  • ¿Cómo cree que Dios medirá sus capacidades?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Alguien que recibe el cargo de administrador debe ser fiel. En cuanto a mí, me importa muy poco cómo me califiquen ustedes o cualquier autoridad humana. Ni siquiera confío en mi propio juicio en este sentido. Tengo la conciencia limpia, pero eso no demuestra que yo tenga razón. Es el Señor mismo quien me evaluará y tomará la decisión.

1 CORINTIOS 4:2-4

EL HIJO FIEL

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

En ese momento David huyó de Naiot de Ramá y encontró a Jonatán.

—¿Qué he hecho? —exclamó—. ¿Cuál es mi delito? ¿Cómo ofendí a tu padre para que esté tan decidido a matarme?

—¡No es cierto! —contestó Jonatán—. No vas a morir. Mi padre siempre me cuenta todo lo que piensa hacer, aun las cosas más pequeñas. Sé que mi padre no me ocultaría algo como esto. ¡Sencillamente no es cierto!

Entonces David hizo un juramento delante de Jonatán y le dijo:

—Tu padre sabe perfectamente bien acerca de nuestra amistad, por lo tanto, se dijo a sí mismo: “No le diré nada a Jonatán, ¿para qué lastimarlo?”. ¡Pero te juro que estoy a solo un paso de la muerte! ¡Te lo juro por el Señor y por tu propia alma!

—Dime cómo puedo ayudarte —exclamó Jonatán.

—Mañana celebraremos el festival de la luna nueva —respondió David—. Siempre he comido con el rey en esa ocasión, pero mañana me esconderé en el campo y me quedaré allí hasta la tarde del tercer día. Si tu padre pregunta dónde estoy, dile que pedí permiso para ir a mi casa en Belén para un sacrificio anual que celebra mi familia. Si él dice: «¡Está bien!», sabrás que todo realmente está bien; pero si se enoja y pierde los estribos, sabrás que está decidido a matarme. Muéstrame la lealtad de quien juró ser mi amigo —porque hicimos un pacto solemne delante del Señor— o mátame tú mismo si he pecado contra tu padre. ¡Pero te ruego que no me traiciones entregándome a él!

—¡Jamás! —exclamó Jonatán—. Tú sabes que si tuviera la menor idea de que mi padre pensara matarte, te lo diría de inmediato.

Entonces David le preguntó:

—¿Cómo podré saber si tu padre está enojado o no?

—Ven al campo conmigo —le respondió Jonatán.

Entonces salieron juntos al campo y Jonatán le dijo a David:

—Te prometo por el Señor, Dios de Israel, que para mañana a esta hora, o a más tardar, pasado mañana, hablaré con mi padre e inmediatamente te haré saber qué piensa acerca de ti. Si él habla bien de ti, te lo haré saber. Pero si está enojado y quiere matarte, que el Señor me castigue y aun me mate si no te advierto para que puedas escapar y vivir. Que el Señor esté contigo como antes estaba con mi padre. Y que tú me trates con el fiel amor del Señor mientras que yo viva. Pero si muero, trata a mi familia con este fiel amor, aun cuando el Señor elimine a todos tus enemigos de la faz de la tierra.

Entonces Jonatán hizo un pacto solemne con David diciendo:

—¡Que el Señor destruya a todos tus enemigos!

Y Jonatán hizo que David reafirmara su voto de amistad, porque amaba a David tanto como a sí mismo.

Después Jonatán dijo:

—Mañana celebraremos el festival de luna nueva. Te extrañarán cuando vean que tu lugar a la mesa está desocupado. Pasado mañana, al atardecer, ve al lugar donde antes te escondiste y espera allí junto al montón de piedras. Yo saldré y dispararé tres flechas hacia un lado del montón de piedras, como si estuviera disparándole a un blanco. Enseguida enviaré a un niño para que me traiga las flechas. Si oyes que le digo: “Están de este lado”, entonces sabrás, tan cierto como que el Señor vive, que todo está bien y que no hay ningún problema. Pero si le digo: “Ve más lejos, las flechas están más adelante”, significará que tendrás que irte de inmediato, porque es el Señor quien desea que te vayas. Y que el Señor nos haga cumplir las promesas que nos hicimos el uno al otro, porque él fue testigo de ellas.

Entonces David se escondió en el campo. Cuando comenzó el festival de luna nueva, el rey se sentó a comer en su lugar de siempre, contra la pared, con Jonatán sentado enfrente y Abner a su lado. Pero el lugar de David estaba desocupado. Ese día Saúl no dijo nada acerca de ello, pero pensó: «Algo debe haber hecho que David quedara ceremonialmente impuro». Pero cuando el lugar de David siguió desocupado al día siguiente, Saúl le preguntó a Jonatán:

—¿Por qué el hijo de Isaí no vino a comer ni ayer ni hoy?

Jonatán le contestó:

—David me rogó que lo dejara ir a Belén. Me dijo: “Por favor, déjame ir, porque mi familia celebrará un sacrificio. Mi hermano me exigió que estuviera presente. Así que te ruego que me dejes ir a ver a mis hermanos”. Por eso no está a la mesa del rey.

Entonces Saúl se puso muy furioso con Jonatán:

—¡Tú, estúpido hijo de prostituta! —lo maldijo—. ¿Acaso piensas que no sé que tú quieres que él sea rey en lugar de ti, para vergüenza tuya y de tu madre? Mientras ese hijo de Isaí esté vivo, jamás serás rey. ¡Ahora ve y búscalo para que lo mate!

—¿Pero por qué tiene que morir? —le preguntó Jonatán a su padre—. ¿Qué ha hecho?

Entonces Saúl le arrojó su lanza a Jonatán con la intención de matarlo. Por fin Jonatán se dio cuenta de que su padre realmente había decidido matar a David.

Así que Jonatán dejó la mesa enfurecido y se negó a comer durante ese segundo día del festival, porque estaba destrozado por la vergonzosa conducta de su padre hacia David.

A la mañana siguiente, como habían acordado, Jonatán salió al campo acompañado por un muchachito para que le recogiera las flechas. «Comienza a correr —le dijo al niño— para que puedas encontrar las flechas mientras las voy disparando». Entonces el niño corrió y Jonatán disparó una flecha más allá de donde estaba el muchacho. Cuando el niño casi llegaba adonde estaba la flecha, Jonatán gritó: «La flecha está más adelante. Rápido, apresúrate, no te detengas». Así que con prisa el niño recogió las flechas y regresó corriendo a su amo. El muchacho, por supuesto, no sospechaba nada; solo Jonatán y David entendieron la señal. Después Jonatán le dio su arco y sus flechas al niño y le dijo que los regresara a la ciudad.

En cuanto se fue el niño, David salió de su escondite cerca del montón de piedras y se inclinó ante Jonatán tres veces, rostro en tierra. Mientras se abrazaban y se despedían, los dos lloraban, especialmente David.

Finalmente, Jonatán le dijo a David: «Ve en paz, porque nos hemos jurado lealtad el uno al otro en el nombre del Señor. Él es testigo del vínculo que hay entre nosotros y nuestros hijos para siempre». Después David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.

1 SAMUEL 20:1-42

  • ¿Cuál es la primera reacción de Jonatán a las acusaciones que hace David contra su padre?
  • ¿Qué implica el juramento de Jonatán?
  • Jonatán tomó su manera habitual con su padre respecto a David. ¿Qué sucedió esta vez?
  • ¿Piensa que Jonatán creía que su padre era capaz de asesinar a David? ¿Por qué sí o por qué no?
  • ¿Qué fue lo que convenció a Jonatán?
  • Al enterarse del resultado de la confrontación que tuvo Jonatán con su padre, David huyó. ¿Qué hizo Jonatán?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cree usted lo mejor de sus padres? ¿Por qué sí o por qué no?
  • ¿Alguna vez contradijo los deseos de sus padres? Si fue así, ¿qué sucedió? Si no fue así, ¿por qué no lo hizo?

Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige; no descuides la instrucción de tu madre. Lo que aprendas de ellos te coronará de gracia y será como un collar de honor alrededor de tu cuello.

PROVERBIOS 1:8-9

  • ¿Qué les promete Dios a quienes obedecen las enseñanzas de sus padres?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Y ahora, queridos hijos, permanezcan en comunión con Cristo para que, cuando él regrese, estén llenos de valor y no se alejen de él avergonzados. Ya que sabemos que Cristo es justo, también sabemos que todos los que hacen lo que es justo son hijos de Dios.

1 JUAN 2:28-29

EL PADRE FIEL

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Relea 1 Samuel 20:1-42 (que aparece impreso al comienzo del capítulo anterior).

  • ¿Qué disposiciones arregló Jonatán para su familia?
  • ¿En quién estaba confiando él para que se encargara de llevar a cabo sus disposiciones?

Lea los siguientes pasajes:

Ahora bien, los filisteos atacaron a Israel, y los hombres de Israel huyeron ante ellos. Mataron a muchos en las laderas del monte Gilboa. Los filisteos cercaron a Saúl y a sus hijos, y mataron a tres de ellos: Jonatán, Abinadab y Malquisúa. La batalla se intensificó cerca de Saúl, y los arqueros filisteos lo alcanzaron y lo hirieron gravemente.

Con gemidos, Saúl le dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame antes de que estos filisteos paganos lleguen para atravesarme, burlarse de mí y torturarme».

Pero su escudero tenía miedo y no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se echó sobre ella. Cuando su escudero vio que Saúl estaba muerto, se echó sobre su propia espada y murió junto al rey. Así que Saúl, sus tres hijos, su escudero y sus tropas murieron juntos en ese mismo día.

Cuando los israelitas que se encontraban al otro lado del valle de Jezreel y más allá del río Jordán vieron que el ejército israelita había huido y que Saúl y sus hijos estaban muertos, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos entraron y ocuparon sus ciudades.

1 SAMUEL 31:1-7

 

David compuso un canto fúnebre por Saúl y Jonatán, y ordenó que se lo enseñaran al pueblo de Judá. Es conocido como el Cántico del arco y está registrado en El libro de Jaser:

¡Oh Israel, tu orgullo y tu alegría yacen muertos en las colinas!

¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos!

No lo anuncien en Gat,

ni lo proclamen en las calles de Ascalón,

o las hijas de los filisteos se alegrarán

y los paganos se reirán con aires de triunfo.

Oh montes de Gilboa,

que no caiga sobre ustedes lluvia ni rocío,

ni haya campos fructíferos que produzcan ofrendas de grano.

Pues fue allí donde se contaminó el escudo de los héroes poderosos;

el escudo de Saúl ya no será ungido con aceite.

El arco de Jonatán era potente,

y la espada de Saúl realizó su trabajo mortífero.

Derramaron la sangre de sus enemigos

y atravesaron a muchos héroes poderosos.

¡Cuán amados y agradables fueron Saúl y Jonatán!

Estuvieron juntos en la vida y en la muerte.

Eran más rápidos que águilas,

más fuertes que los leones.

Oh mujeres de Israel, lloren por Saúl,

porque él las vistió con lujosas ropas escarlatas,

con prendas adornadas de oro.

¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos en batalla!

Jonatán yace muerto en las colinas.

¡Cómo lloro por ti, Jonatán, hermano mío!

¡Oh, cuánto te amaba!

Tu amor por mí fue profundo,

¡más profundo que el amor de las mujeres!

¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos!

Despojados de sus armas, yacen muertos.

2 SAMUEL 1:17-27

  • ¿Cómo —y con quién— murió Jonatán?
  • ¿Qué hizo el pueblo de Israel después de que Saúl y Jonatán fueron asesinados?
  • ¿Cómo honró David el pacto que había hecho con Jonatán?

Analice el homenaje que le hizo David a Jonatán.

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Qué arreglos ha dispuesto usted para sus seres amados después de que muera?
  • ¿Qué clase de legado les dejará?

Vale más una buena reputación que un perfume costoso. Y el día que morimos es mejor que el día que nacemos.

ECLESIASTÉS 7:1

  • ¿Qué piensa que dirán de usted sus amigos más queridos el día que ya no esté?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia de parte de Dios, porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan […]. Cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo.

EFESIOS 1:11, 13-14

EL LEGADO

Jonatán fue un príncipe, un buen hijo, un amigo amoroso, un padre afectuoso. Y, como líder, fue un servidor abnegado. Su vida es un susurro de otro Príncipe: el Hijo bueno, el Amigo amoroso, el Líder afectuoso y el Siervo abnegado: Jesús.

Que las palabras de Jesús penetren su corazón y le proporcionen su legado:

Yo los he amado a ustedes tanto como el Padre me ha amado a mí. Permanezcan en mi amor. Cuando obedecen mis mandamientos, permanecen en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho estas cosas para que se llenen de mi gozo; así es, desbordarán de gozo. Este es mi mandamiento: ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado. No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo esclavos, porque el amo no confía sus asuntos a los esclavos. Ustedes ahora son mis amigos, porque les he contado todo lo que el Padre me dijo. Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Este es mi mandato: ámense unos a otros.

JUAN 15:9-17

El profeta

BUSQUE Y ENCUENTRE

EL LLAMADO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Este mensaje fue dado a Amós, un pastor de ovejas de la ciudad de Tecoa, en Judá. Él recibió el mensaje por medio de visiones, dos años antes del terremoto, cuando Uzías era el rey de Judá y Jeroboam II, hijo de Yoás, era rey de Israel. […]

Luego Amasías, el sacerdote de Betel, mandó un mensaje a Jeroboam, rey de Israel: «¡Amós está tramando una conspiración contra usted, aquí mismo en el umbral de su casa! Lo que él dice es intolerable. Anda diciendo: “Pronto matarán a Jeroboam y el pueblo de Israel será enviado al destierro”».

Entonces Amasías envió órdenes a Amós:

—¡Vete de aquí, profeta! ¡Regresa a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allí! No nos molestes con tus profecías aquí en Betel. ¡Este es el santuario del rey y el lugar nacional de culto!

Pero Amós contestó:

—No soy profeta profesional ni fui entrenado para serlo. No soy más que un pastor de ovejas y cultivador de las higueras sicómoros. Sin embargo, el Señor me llamó y me apartó de mi rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo en Israel”.

AMÓS 1:1; 7:10-15

  • ¿Quién era Amós y de dónde era? ¿Cuál era su profesión y su actividad complementaria?
  • ¿Cuándo y cómo fue llamado Amós a ser un profeta? ¿Qué tipo de profeta fue? ¿Qué clase de entrenamiento tuvo?
  • ¿Cómo recibieron los líderes religiosos a Amós, y por qué? ¿Cómo lo recibieron los líderes políticos?
  • ¿Cómo reaccionó Amós ante los líderes religiosos y políticos? ¿Cómo le respondió a Dios?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Quién es usted y qué tipo de entrenamiento tiene?

Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos. Después de haberlos elegido, Dios los llamó para que se acercaran a él; y una vez que los llamó, los puso en la relación correcta con él; y luego de ponerlos en la relación correcta con él, les dio su gloria.

ROMANOS 8:29-30

  • Según estos versículos, ¿a qué lo ha llamado Dios y por qué?
  • ¿Cuál es su respuesta a Dios? Explique.

AGUARDE Y REFLEXIONE

Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos cuando Dios los llamó. En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos […]. Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios.

1 CORINTIOS 1:26-29

EL MENSAJE PARA OTROS

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Damasco han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Azotaron a mi gente en Galaad

como se separa el grano con trillos de hierro.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre el palacio del rey Hazael,

y las fortalezas del rey Ben-adad serán destruidas.

Derribaré las puertas de Damasco […].

Destruiré al gobernante de Bet-edén,

y los habitantes de Aram serán llevados cautivos a Kir»,

dice el Señor.

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Gaza han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Enviaron a pueblos enteros al destierro

y los vendieron como esclavos a Edom.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Gaza,

y todas sus fortalezas serán destruidas.

Masacraré a los habitantes de Asdod […].

Después me volveré para atacar a Ecrón,

y los pocos filisteos que queden morirán»,

dice el Señor Soberano.

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Tiro han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Rompieron su pacto de hermandad con Israel

al vender aldeas como esclavas a Edom.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Tiro

y todas sus fortalezas serán destruidas».

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Edom han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Espada en mano, persiguieron a sus parientes, los israelitas,

y no les tuvieron compasión.

En su furia, los apuñalaron continuamente

y fueron implacables en su enojo.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre Temán,

y las fortalezas de Bosra serán destruidas».

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Amón han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Cuando atacaron a Galaad para extender sus fronteras,

con sus espadas abrieron a las mujeres embarazadas.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre los muros de Rabá

y todas sus fortalezas serán destruidas […]»,

dice el Señor.

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Moab han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Profanaron los huesos del rey de Edom,

reduciéndolos a cenizas.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre la tierra de Moab

y todas las fortalezas de Queriot serán destruidas […]»,

dice el Señor.

AMÓS 1:3–2:3

  • Nombre los seis pueblos, ciudades o países contra los cuales Amós declaró el juicio de Dios.
  • ¿Qué tenían en común estos vecinos? ¿Por qué estaba enojado Dios con cada uno de ellos?
  • ¿Qué juicio les decretó?
  • ¿Qué aprendemos de Dios en este pasaje?
  • ¿Qué se implica acerca de Amós? Explique.

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Qué similitudes encuentra, si es que hay alguna, entre el comportamiento detallado en este pasaje y lo que sucede en el mundo hoy en día?

Queridos amigos, ustedes ya saben estas cosas. Así que manténganse en guardia; entonces no serán arrastrados por los errores de esa gente perversa y no perderán la base firme que tienen. En cambio, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

2 PEDRO 3:17-18

  • ¿Qué advertencias se nos dan en el pasaje anterior, y por qué?
  • ¿Qué debemos hacer para mantenernos firmes? ¿Está usted haciéndolo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

El día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio.

2 PEDRO 3:10

EL MENSAJE PARA LOS COMPATRIOTAS / PARIENTES

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Judá han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Rechazaron la instrucción del Señor

y se negaron a obedecer sus decretos.

Se han descarriado por las mismas mentiras

que engañaron a sus antepasados.

Por lo tanto, haré caer fuego sobre Judá,

y todas las fortalezas… serán destruidas».

Esto es lo que dice el Señor:

«¡Los habitantes de Israel han pecado una y otra vez

y no permitiré que queden sin castigo!

Venden por dinero a la gente honrada

y a los pobres por un par de sandalias.

Pisotean en el polvo a los indefensos

y quitan a los oprimidos del camino.

Tanto el padre como el hijo se acuestan con la misma mujer

y así profanan mi santo nombre. […]

Por lo tanto, haré que giman

como una carreta cargada de gavillas de grano.

Sus corredores más veloces no podrán escapar. […]

Los arqueros no podrán mantenerse firmes. […]

En aquel día, los hombres de guerra más valientes

dejarán caer sus armas y correrán por sus vidas»,

dice el Señor. […]

«Mi pueblo ha olvidado cómo hacer lo correcto»,

dice el Señor. […]

¡Vuelvan a buscar al Señor y vivan!

De lo contrario, él pasará por Israel como un fuego

y los devorará completamente. […]

Ustedes tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido.

Tratan al justo como basura. […]

¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos!

¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad! […]

¡Hagan lo bueno y huyan del mal

para que vivan!

Entonces el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador,

así como ustedes han dicho.

Odien lo malo y amen lo bueno;

conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia.

Quizás el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales

todavía tenga compasión del remanente de su pueblo. […]

Odio todos sus grandes alardes y pretensiones,

la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes. […]

¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza! […]

En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia

y un río inagotable de rectitud. […]

¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos […]

y a ustedes que se sienten seguros. […]

Son famosos y conocidos […]

y la gente acude a ustedes en busca de ayuda. […]

Qué terrible será para ustedes […].

El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el

Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:

«Desprecio la arrogancia de Israel

y odio sus fortalezas.

Entregaré esta ciudad

a sus enemigos con todo lo que hay en ella».

AMÓS 2:4-7, 13-16; 3:10; 5:6-7, 10, 14-15, 21, 23-24; 6:1, 4, 8

  • ¿Por qué estaba enojado Dios con Judá? ¿Y con Israel?
  • ¿En que se parecían las quejas contra ellos a las quejas contra los pueblos vecinos? ¿En qué se diferenciaban?
  • ¿Qué advertencias se les hicieron? ¿Qué juicios les prometieron?
  • Qué más podemos aprender acerca de Dios de este pasaje?
  • ¿Qué se implica acerca de Amós? Explique.

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Qué similitudes ve, si es que encuentra alguna, entre el comportamiento descrito en el pasaje a continuación y lo que está sucediendo en nuestro país, en nuestras iglesias y en nuestros hogares?

Desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes. Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación […] ahora que han probado la bondad del Señor.

1 PEDRO 2:1-3

  • ¿De qué se nos dice que debemos deshacernos?
  • ¿Qué se nos dice que hagamos?
  • ¿De qué necesita deshacerse usted?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Queridos amigos, ya que son «extranjeros y residentes temporales», les advierto que se alejen de los deseos mundanos, que luchan contra el alma. Procuren llevar una vida ejemplar entre sus vecinos no creyentes. Así, por más que ellos los acusen de actuar mal, verán que ustedes tienen una conducta honorable y le darán honra a Dios cuando él juzgue al mundo.

1 PEDRO 2:11-12

LA SÚPLICA DEL PROFETA

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

El Señor Soberano me mostró una visión. Lo vi preparándose para enviar una enorme nube de langostas sobre la tierra. […] En mi visión las langostas se comieron todo lo verde que se veía. Entonces dije:

—Oh, Señor Soberano, por favor, perdónanos o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño.

Así que el Señor se retractó de ese plan y dijo:

—No lo haré.

Después el Señor Soberano me mostró otra visión. Lo vi preparándose para castigar a su pueblo con un gran fuego. El fuego había quemado las profundidades del mar e iba devorando toda la tierra. Entonces dije:

—Oh Señor Soberano, por favor, détente o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño.

Entonces el Señor también se retractó de ese plan.

—Tampoco lo haré —dijo el Señor Soberano.

Luego me mostró otra visión. Vi al Señor de pie al lado de una pared que se había construido usando una plomada. Usaba la plomada para ver si aún estaba derecha. Entonces el Señor me dijo:

—Amós, ¿qué ves?

—Una plomada —contesté.

Y el Señor respondió:

—Probaré a mi pueblo con esta plomada. Ya no pasaré por alto sus

pecados. Los altares paganos de sus antepasados quedarán en ruinas y los santuarios de Israel serán destruidos; acabaré de forma repentina con la dinastía del rey Jeroboam.

AMÓS 7:1-9

  • ¿En qué se parecían las dos primeras visiones? ¿En qué se diferenciaban?
  • ¿Cómo reaccionó Amós a lo que el Señor había planeado en estas dos visiones? ¿Qué pidió? ¿Cuál fue la respuesta de Dios?
  • ¿En qué fue diferente la tercera visión y cuál fue la respuesta de Amós? ¿Qué significado ve, si es que ve alguno, en la tercera visión y en esta respuesta?
  • ¿Qué podemos aprender de Dios en estas visiones?
  • ¿Qué se implica acerca de Amós? Explique.

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

Trate de recordar alguna ocasión en la que le haya rogado a Dios en nombre de otra persona.

¿Alguno está enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia, para que vengan y oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Una oración ofrecida con fe sanará al enfermo, y el Señor hará que se recupere; y si ha cometido pecados, será perdonado. Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.

SANTIAGO 5:14-16

  • ¿Qué indicaciones se dan en este pasaje? ¿Qué condiciones se especifican?
  • ¿Qué resultados debemos esperar? ¿Por qué?

AGUARDE Y REFLEXIONE

El Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios.

ROMANOS 8:26-27

EL MENSAJE DE RESTAURACIÓN

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

«Yo, el Señor Soberano,

Estoy vigilando a esta nación pecaminosa de Israel

y la destruiré

de la faz de la tierra.

Sin embargo, nunca destruiré por completo a la familia de Israel

—dice el Señor—.

Pues daré la orden

y sacudiré a Israel junto con las demás naciones

como se sacude el grano en un cernidor;

sin embargo, ningún grano verdadero se perderá. […]

»En aquel día restauraré la casa caída de David.

Repararé sus muros dañados.

De las ruinas, la reedificaré

y restauraré su gloria anterior.

Israel poseerá lo que quede de Edom

y todas las naciones que he llamado a ser mías».

El Señor ha hablado

y cumplirá estas cosas.

«Llegará el día —dice el Señor—

en el que el grano y las uvas crecerán más rápido

de lo que puedan ser cosechados.

¡Entonces los viñedos en las terrazas de las colinas de Israel

destilarán vino dulce!

Traeré a mi pueblo Israel de su cautiverio

en tierras lejanas;

reedificarán sus ciudades que están en ruinas

y nuevamente vivirán en ellas.

Plantarán viñedos y huertos;

comerán sus cosechas y beberán su vino.

Los plantaré firmemente allí

en su propia tierra.

Nunca más serán desarraigados

de la tierra que yo les di»,

dice el Señor tu Dios.

AMÓS 9:8-9, 11-15

  • Junto con el juicio de Dios de desarraigar y tamizar a Israel, ¿qué prometió Dios que nunca haría?
  • ¿Cuál reino sería restaurado? ¿En qué formas?
  • ¿Qué otra promesa le hizo Dios a su pueblo desterrado?
  • ¿Qué frases se usan que le ofrecieron una esperanza a Israel?
  • ¿Qué permanencia le prometió Dios a Israel?
  • ¿Qué podemos aprender de Dios a partir de estas promesas?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cuál de las promesas de restauración enumeradas en Amós 9 se llevó a cabo para Israel? Explique.

Humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor. […] En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido.

1 PEDRO 5:6, 10

  • ¿Qué les ha prometido Dios a quienes Él ha llamado? ¿Cuál es nuestra parte?
  • ¿De qué maneras lo ha restaurado, apoyado y fortalecido Dios a usted?

AGUARDE Y REFLEXIONE

¡Qué grande es la riqueza, la sabiduría y el conocimiento de Dios! ¡Es realmente imposible para nosotros entender sus decisiones y sus caminos!

ROMANOS 11:33

LA PROMESA DEL PROFETA

AMÓS COMO PROFETA

El Señor envió profetas para que el pueblo se volviera a él. Los profetas advirtieron al pueblo, pero aun así ellos no quisieron escuchar.

2 CRÓNICAS 24:19

  • Según este versículo, ¿por qué envió Dios profetas a Su pueblo?

Jesús les dijo: «Un profeta recibe honra en todas partes menos en su propio pueblo y entre su propia familia».

MATEO 13:57

  • ¿Cómo eran tratados los profetas, en general?

Sobre todo, tienen que entender que ninguna profecía de la Escritura jamás surgió de la comprensión personal de los profetas ni por iniciativa humana. Al contrario, fue el Espíritu Santo quien impulsó a los profetas y ellos hablaron de parte de Dios.

2 PEDRO 1:20-21

  • ¿Quién es el origen de la verdadera profecía?

AMÓS COMO PASTOR

Amós era pastor de oficio. Lea lo que dijo Jesús sobre los pastores en el siguiente pasaje:

El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. […] Las ovejas reconocen la voz del pastor y se le acercan. Él llama a cada una de sus ovejas por su nombre y las lleva fuera del redil. […]

El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas. El que trabaja a sueldo sale corriendo cuando ve que se acerca un lobo; abandona las ovejas, porque no son suyas y él no es su pastor. […] Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí.

JUAN 10:2-3, 11-12, 14

  • ¿Cómo habría preparado a Amós su experiencia como pastor para ser uno de los profetas de Dios? ¿Cómo lo habrían ayudado sus conocimientos de pastoreo para responder al llamado de Dios?

AMÓS COMO CULTIVADOR

Además de su trabajo como pastor, Amós también cuidaba huertos de sicómoros. Lea lo que dice Jesús de los cultivadores en el siguiente pasaje:

Él [labrador] corta […] toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más. […] Una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid.

JUAN 15:2, 4

  • ¿Cómo habría ayudado a Amós a entender la necesidad del juicio de Dios el hecho de cuidar árboles?
  • ¿Cómo lo habría preparado para obedecer a Dios independientemente de lo que pensaban los demás?

AMÓS Y JESÚS

Amós fue un hombre obediente. Su trabajo de pastor lo preparó para guiar al pueblo de una manera afectuosa. Sus habilidades para la horticultura le permitieron ver que las personas, como las plantas, necesitan que se les quite lo que crece de manera descuidada e improductiva, para producir fruto. Su obediencia, así como su preparación, prefigura a otro profeta, Jesús. Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor» (Juan 10:14) y «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador» (Juan 15:1).

  • En Apocalipsis, encontramos la advertencia profética y la promesa de Jesús para las iglesias:

Miren, ¡yo vengo pronto! Benditos son los que obedecen las palabras de la profecía que están escritas en este libro. […] Miren, yo vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho. […] Yo, Jesús, he enviado a mi ángel con el fin de darte este mensaje para las iglesias. Yo soy tanto la fuente de David como el heredero de su trono. Yo soy la estrella brillante de la mañana. […] ¡Sí, yo vengo pronto!

APOCALIPSIS 22:7, 12, 16, 20

Que Jesús sea escuchado en nuestro mundo, en nuestro país, en nuestras iglesias, en nuestros hogares. ¡Que cada uno escuche y preste atención a su lla-mado antes de que Él venga!

 

El escriba

BUSQUE Y ENCUENTRE

ELEGIDO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia —incluidos los apóstoles y los ancianos— dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les informaron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Pero después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se pusieron de pie e insistieron: «Los convertidos gentiles deben ser circuncidados y hay que exigirles que sigan la ley de Moisés».

Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este asunto. En la reunión, después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos de la siguiente manera: «[…] Dios conoce el corazón humano y él confirmó que acepta a los gentiles. […] Él no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, pues les limpió el corazón por medio de la fe. […] Nosotros creemos que todos somos salvos de la misma manera, por la gracia no merecida que proviene del Señor Jesús». […]

Santiago se puso de pie y dijo: «Hermanos, escúchenme […] mi opinión es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios. Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a los ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre». […]

Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jerusalén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión. Los delegados escogidos eran dos de los líderes de la iglesia: Judas (también llamado Barsabás) y Silas. […]

Los mensajeros salieron de inmediato para Antioquía, donde convocaron a una reunión general de los creyentes y entregaron la carta. Y hubo mucha alegría en toda la iglesia ese día cuando leyeron este mensaje alentador.

Entonces Judas y Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con los creyentes para animarlos y fortalecerlos en su fe. […]

Después de un tiempo Pablo le dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar cada una de las ciudades donde ya antes predicamos la Palabra del Señor para ver cómo andan los nuevos creyentes». Bernabé estuvo de acuerdo y quería llevar con ellos a Juan Marcos; pero Pablo se opuso terminantemente ya que Juan Marcos los había abandonado en Panfilia y no había continuado con ellos el trabajo. Su desacuerdo fue tan intenso que se separaron. Bernabé tomó a Juan Marcos consigo y navegó hacia Chipre. Pablo escogió a Silas y, al salir, los creyentes lo encomendaron al cuidado misericordioso del Señor.

HECHOS 15:4-9, 11, 13, 19-20, 22, 30-32, 36-40

  • ¿Cuál era la preocupación de los líderes de la iglesia primitiva que los llevó a convocar esta reunión general?
  • ¿Qué líderes notables estaban presentes?
  • ¿Quiénes fueron elegidos para acompañar a Pablo y a Bernabé a entregar la carta? ¿Qué don específico tenían estos hombres?
  • ¿Cuál era su misión? ¿Cómo los recibieron?
  • ¿Qué hechos sucedieron para que Bernabé y Pablo se separaran?
  • ¿A quién eligió Pablo como compañero de viaje, y adónde fueron?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Alguna vez trató usted de imponerles restricciones a otros? ¿Qué sucedió?
  • Comparta alguna ocasión en la que alguien le haya impuesto restricciones a usted. ¿Cómo resultó eso?
  • ¿A quién necesita animar y levantar? ¿Qué le impide hacerlo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirá su promesa. Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. […] Animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.

HEBREOS 10:23-25

INCOMODADO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

En esta historia, las enseñanzas de Cristo perturbaron a Silas. Lea las siguientes palabras que dijo Jesús y piense de qué manera podrían haber sido difíciles de escuchar y de aceptar para un líder prominente:

¡Ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! […] Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. Si eres amable solo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? […] Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto.

MATEO 5:44, 46-48

  • ¿Qué espera Jesús? ¿Por qué?

Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme. […] ¿Qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero pero pierdes tu propia alma? ¿Hay algo que valga más que tu alma?

MATEO 16:24, 26

  • ¿De qué manera pudieron haber incomodado a Silas las expectativas de Jesús?

Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío. […] Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás.

MATEO 10:37, 39

  • ¿Por qué habrá luchado Silas con estas palabras de Jesús?

No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo. […] Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre, que todo lo ve, te recompensará.

Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. […] Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. […]

Cuando ores, no parlotees de manera interminable. […] Tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas.

MATEO 6:1, 4-8

  • ¿Qué instrucciones da Jesús aquí? ¿Qué advertencias?
  • ¿De quién pensaría Silas que estaba hablando Jesús? ¿Por qué podría sentirse incómodo?

No almacenes tesoros aquí en la tierra. […] Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón. […] Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.

MATEO 6:19, 21, 24

  • Nuevamente, ¿qué espera Jesús y por qué?
  • ¿De qué forma pudieron haber perturbado estas palabras a Silas antes de que decidiera seguir a Cristo?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cuáles de estas enseñanzas parecen difíciles para la cultura actual? ¿Cuáles parecen injustas?
  • ¿Cuál parece ser el tema recurrente?
  • ¿Qué enseñanza es difícil para usted en lo personal? ¿Por qué?

AGUARDE Y REFLEXIONE

No dejen que el corazón se les llene de angustia; confíen en Dios y confíen también en mí.

JUAN 14:1

IMPULSADO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad.

En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían en Jerusalén. Cuando oyeron el fuerte ruido, todos llegaron corriendo y quedaron desconcertados al escuchar sus propios idiomas hablados por los creyentes.

Estaban totalmente asombrados. «¿Cómo puede ser? —exclamaban—. Todas estas personas son de Galilea, ¡y aún así las oímos hablar en nuestra lengua materna […] acerca de las cosas maravillosas que Dios ha hecho!». Quedaron allí, maravillados y perplejos. «¿Qué querrá decir esto?». […]

Pero otros entre la multitud se burlaban de ellos diciendo: «Solo están borrachos, eso es todo».

Entonces Pedro dio un paso adelante junto con los otros once apóstoles y gritó a la multitud: «¡Escuchen con atención, todos ustedes, compatriotas judíos y residentes de Jerusalén! No se equivoquen. […] Lo que ustedes ven es lo que el profeta Joel predijo hace mucho tiempo:

“En los últimos días —dice Dios—,

derramaré mi Espíritu sobre toda la gente.

Sus hijos e hijas profetizarán.

Sus jóvenes tendrán visiones,

y sus ancianos tendrán sueños.

En esos días derramaré mi Espíritu

aun sobre mis siervos —hombres y mujeres por igual—

y profetizarán.

Y haré maravillas arriba en los cielos

y señales abajo en la tierra […]

antes de que llegue el grande y glorioso día del Señor.

Pero todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”.

»Pueblo de Israel, ¡escucha! Dios públicamente aprobó a Jesús de Nazaret al hacer milagros poderosos, maravillas y señales por medio de él, como ustedes bien saben; pero Dios sabía lo que iba a suceder y su plan predeterminado se llevó a cabo cuando Jesús fue traicionado. Con la ayuda de los gentiles sin ley, ustedes lo clavaron en la cruz y lo mataron; pero Dios lo liberó de los terrores de la muerte y lo volvió a la vida, pues la muerte no pudo retenerlo bajo su dominio. […] Y de esto todos somos testigos. […]

Las palabras de Pedro traspasaron el corazón de ellos, quienes le dijeron a él y a los demás apóstoles:

—Hermanos, ¿qué debemos hacer?

Pedro contestó:

—Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo. Esta promesa es para ustedes, para sus hijos y para los que están lejos, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios. […]

Los que creyeron lo que Pedro dijo fueron bautizados y sumados a la iglesia en ese mismo día, como tres mil en total.

Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración.

HECHOS 2:1-8, 11-14, 16-24, 32, 37-39, 41-42

  • Comente la reunión de oración descrita en este pasaje. ¿Quiénes estaban reunidos y por qué? Describa lo que ocurrió.
  • ¿Cómo reaccionó la gente?
  • ¿Qué hizo Pedro?
  • ¿Cuáles son algunos de los puntos clave del mensaje de Pedro de ese día?
  • ¿Qué resultados tuvo el mensaje de Pedro? ¿Por qué cree que sucedió esto?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Dónde pasa su tiempo y con quién? ¿Por qué?
  • ¿Qué influencia tiene sobre otras personas? ¿Qué influencia tienen ellas sobre usted?
  • ¿Qué resultado duradero tendrá su vida? ¿Qué resultado duradero querría usted que tuviera?

AGUARDE Y REFLEXIONE

No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.

ROMANOS 12:2

CONFIRMADO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Pablo fue primero a Derbe y luego a Listra, donde había un discípulo joven llamado Timoteo. Su madre era una creyente judía, pero su padre era griego. Los creyentes de Listra e Iconio tenían un buen concepto de Timoteo, de modo que Pablo quiso que él los acompañara en el viaje. […]

Luego, Pablo y Silas viajaron por toda la región de Frigia y Galacia, porque el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia en ese tiempo. […]

Esa noche Pablo tuvo una visión. Puesto de pie, un hombre de Macedonia —al norte de Grecia—, le rogaba: «¡Ven aquí a Macedonia y ayúdanos!». […]

Subimos a bordo de un barco en Troas, navegamos directo a la isla de Samotracia y, al día siguiente, desembarcamos en Neápolis. De allí llegamos a Filipos, una ciudad principal de ese distrito de Macedonia y una colonia romana. Y nos quedamos allí varios días.

El día de descanso nos alejamos un poco de la ciudad y fuimos a la orilla de un río, donde pensamos que la gente se reuniría para orar, y nos sentamos a hablar con unas mujeres que se habían congregado allí. Una de ellas era Lidia, de la ciudad de Tiatira, una comerciante de tela púrpura muy costosa, quien adoraba a Dios. Mientras nos escuchaba, el Señor abrió su corazón y aceptó lo que Pablo decía. Ella y los de su casa fueron bautizados, y nos invitó a que fuéramos sus huéspedes. «Si ustedes reconocen que soy una verdadera creyente en el Señor —dijo ella—, vengan a quedarse en mi casa». Y nos insistió hasta que aceptamos.

Cierto día, cuando íbamos al lugar de oración, nos encontramos con una joven esclava que tenía un espíritu que le permitía adivinar el futuro. Por medio de la adivinación, ganaba mucho dinero para sus amos. Ella seguía a Pablo y también al resto de nosotros, gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo y han venido para decirles cómo ser salvos».

Esto mismo sucedió día tras día hasta que Pablo se exasperó de tal manera que se dio la vuelta y le dijo al demonio que estaba dentro de la joven: «Te ordeno, en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella». Y al instante el demonio la dejó.

Las esperanzas de sus amos de hacerse ricos ahora quedaron destruidas, así que agarraron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta la plaza del mercado ante las autoridades. «¡Toda la ciudad está alborotada a causa de estos judíos! —les gritaron a los funcionarios de la ciudad—. Enseñan costumbres que nosotros, los romanos, no podemos practicar porque son ilegales».

Enseguida se formó una turba contra Pablo y Silas, y los funcionarios de la ciudad ordenaron que les quitaran la ropa y los golpearan con varas de madera. Los golpearon severamente y después los metieron en la cárcel. Le ordenaron al carcelero que se asegurara de que no escaparan. Así que el carcelero los puso en el calabozo de más adentro y les sujetó los pies en el cepo.

Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los demás prisioneros escuchaban. De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas

las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas! El carcelero se despertó y vio las puertas abiertas de par en par. Dio por sentado que los prisioneros se habían escapado, por lo que sacó su espada para matarse; pero Pablo le gritó: «¡Detente! ¡No te mates! ¡Estamos todos aquí!».

El carcelero pidió una luz y corrió al calabozo y cayó temblando ante Pablo y Silas. Después los sacó y les preguntó:

—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?

Ellos contestaron:

—Cree en el Señor Jesús y serás salvo, junto con todos los de tu casa.

Y le presentaron la palabra del Señor tanto a él como a todos los que vivían en su casa. Aun a esa hora de la noche, el carcelero los atendió y les lavó las heridas. Enseguida ellos lo bautizaron a él y a todos los de su casa. El carcelero los llevó adentro de su casa y les dio de comer, y tanto él como los de su casa se alegraron porque todos habían creído en Dios.

HECHOS 16:1-3, 6-9, 11-34

  • Mientras estaban en Listra, Pablo y Silas conocieron a Timoteo. Analice ese encuentro y los resultados.
  • ¿Por qué viajaron a Frigia y a Galacia? ¿Por qué evitaron ir a Asia?
  • Describa los encuentros en Filipos.
  • ¿Qué causó el encarcelamiento de Pablo y de Silas? ¿Cómo demostraron su paz?
  • Analice el terremoto y cómo reaccionaron los dos misioneros.
  • ¿Cuáles fueron las consecuencias de su disciplinada reacción en medio del caos?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cómo maneja usted lo inesperado?
  • Describa alguna situación en la que Dios lo haya protegido.
  • ¿Qué «cadenas» lo mantienen cautivo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

«Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza».

JEREMÍAS 29:11

INDECISO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Silas viajó con Pablo y con Pedro. En esta historia, él luchó con la cuestión de la castidad versus el matrimonio en relación al servicio a Dios. Los pasajes a continuación pueden aclarar un poco por qué esto puede haber sido una lucha para Silas.

El apóstol Pablo escribió:

Ahora, en cuanto a las preguntas que me hicieron en su carta: es cierto que es bueno abstenerse de tener relaciones sexuales. Sin embargo, dado que hay tanta inmoralidad sexual, cada hombre debería tener su propia esposa, y cada mujer su propio marido. […]

Así que les digo a los solteros y a las viudas: es mejor quedarse sin casar, tal como yo; pero si no pueden controlarse, entonces deberían casarse. Es mejor casarse que arder de pasión. […]

Cada uno debería seguir viviendo en la situación que el Señor lo haya puesto, y permanecer tal como estaba cuando Dios lo llamó por primera vez. […]

Déjenme decirles lo siguiente, amados hermanos: el tiempo que queda es muy breve. Así que, de ahora en adelante, los que estén casados no deberían concentrarse únicamente en su matrimonio. Los que lloran o los que se alegran o los que compran cosas, no deberían ser absorbidos por sus lágrimas ni su alegría ni sus posesiones. […]

Quisiera que estén libres de las preocupaciones de esta vida. Un soltero puede invertir su tiempo en hacer la obra del Señor y en pensar cómo agradarlo a él; pero el casado tiene que pensar en sus responsabilidades terrenales y en cómo agradar a su esposa; sus intereses están divididos. De la misma manera, una mujer que ya no está casada o que nunca se ha casado puede dedicarse al Señor y a ser santa en cuerpo y en espíritu; pero una mujer casada tiene que pensar en sus responsabilidades terrenales y en cómo agradar a su esposo. Les digo esto para su propio beneficio, no para imponerles restricciones. Mi deseo es que hagan todo lo que les ayude a servir mejor al Señor, con la menor cantidad de distracciones posibles.

1 CORINTIOS 7:1-2, 8-9, 17, 29-30, 32-35

  • ¿Qué tenía para decir Pablo acerca del matrimonio? ¿Y sobre el celibato?
  • ¿Qué razones dio Pablo para no preocuparse por el matrimonio en esa época?
  • ¿En qué sentido habrán desconcertado estas instrucciones a Silas? ¿Qué «visto bueno», en caso de haber alguno, ofreció Pablo?

El apóstol Pedro escribió:

De la misma manera, ustedes esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes.

No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios. […]

De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes. […]

Les escribí y les envié esta breve carta con la ayuda de Silas, a quien les encomiendo como un hermano fiel. Mi propósito al escribirles es alentarlos y asegurarles que lo que están atravesando es en verdad parte de la gracia de Dios para ustedes. Manténgase firmes en esta gracia.

1 PEDRO 3:1-4, 7; 5:12

  • Analice el punto de vista de Pedro sobre la esposa pura.
  • ¿Cómo veía Pedro el rol de la esposa? ¿Cómo afecta al hombre el tratamiento que le dé a su esposa?
  • ¿Qué pensaba Pedro de Silas? ¿Qué aliento ofreció?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Cómo ve usted su lugar en la vida? ¿Qué roles ocupa en las diversas relaciones o estructuras que hay en su vida?
  • ¿Cómo está hablándole Dios acerca de sus relaciones personales? Sea específico.
  • ¿Usa su puesto o su rol para potenciar u obstaculizar a otros? ¿Para restringir o para animar a las personas que lo rodean?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Por último, todos deben ser de un mismo parecer. Tengan compasión unos de otros. Ámense como hermanos y hermanas. Sean de buen corazón y mantengan una actitud humilde.

1 PEDRO 3:8

CONFESADO

BUSQUE LA VERDAD EN LA PALABRA DE DIOS

Lea el siguiente pasaje:

Cierta vez, un líder religioso le hizo a Jesús la siguiente pregunta:

—Maestro bueno, ¿qué debería hacer para heredar la vida eterna?

—¿Por qué me llamas bueno? —le preguntó Jesús—. Solo Dios es verdaderamente bueno; pero para contestar a tu pregunta, tú conoces los mandamientos: “No cometas adulterio; no cometas asesinato; no robes; no des falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre”.

El hombre respondió:

—He obedecido todos esos mandamientos desde que era joven.

Cuando Jesús oyó su respuesta, le dijo:

—Hay una cosa que todavía no has hecho. Vende todas tus posesiones y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme.

Cuando el hombre oyó esto, se puso triste porque era muy rico.

Jesús lo vio y dijo: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! De hecho, ¡es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios!».

Los que lo oyeron, dijeron: «Entonces, ¿quién podrá ser salvo?».

Él contestó: «Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios».

Pedro dijo:

—Nosotros hemos dejado nuestros hogares para seguirte.

—Así es —respondió Jesús—, y les aseguro que todo el que haya dejado casa o esposa o hermanos o padres o hijos por causa del reino de Dios recibirá mucho más en esta vida y tendrá la vida eterna en el mundo que vendrá.

LUCAS 18:18-30

  • ¿Cuál fue el primer problema que Jesús le señaló al joven? ¿Por qué?
  • ¿Cuál fue el segundo problema que Jesús quiso que el joven viera? ¿Cómo le respondió él?
  • ¿Qué lección estaba enseñándoles Jesús a sus discípulos? ¿Cómo respondieron ellos?
  • ¿Qué piensa que quiso decir Jesús cuando dijo: «Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios»?
  • ¿Cómo le respondió Jesús a Pedro? ¿Qué les correspondería a Pedro y a los otros discípulos?
  • ¿Cuál es la importancia relativa que tienen las cosas y las personas en la economía de Dios?

DESCUBRA LOS CAMINOS QUE DIOS TIENE PARA USTED

  • ¿Qué cosas debería despejar de su vida?
  • ¿Cómo le responderá a Jesús? ¿Cuándo?

AGUARDE Y REFLEXIONE

Ahora, que el Dios de paz los haga santos en todos los aspectos, y que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa hasta que nuestro Señor Jesucristo vuelva. Dios hará que esto suceda, porque aquel que los llama es fiel.

1 TESALONICENSES 5:23-24

COMPROMETIDO

Si bien muchos de los detalles de esta historia son ficticios, sabemos que el Silas histórico fue un hombre rico, instruido y con muchos dones. Fue un respetado líder de la iglesia y un profeta. Decidió deliberadamente comprometerse con Cristo; dejar sus bienes materiales para convertirse en colaborador y corresponsal de Pedro y de Pablo. Silas adoptó el rol de escriba, registró las palabras de otros para fomentar el reino de Dios. Eligió servir, no ser servido. Aceptó el llamado de Dios en su vida y promovió las declaraciones de Jesús. Y, al hacerlo, recibió una herencia incorruptible.

Jesús es el Hijo Unigénito de Dios. Dejó Su trono celestial, Su sacerdocio real y los lujos del reino para venir al mundo. Él también eligió comprometerse y entregarse al plan eterno de Dios para la salvación de toda la humanidad. Jesús también es una especie de escriba: graba Sus palabras en nuestro corazón; Él es la Palabra Viva.

En el principio la Palabra ya existía. La Palaba estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla.

JUAN 1:1-5

Amado, que usted también decida deliberadamente comprometerse con Jesús y caminar en Su luz.

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